Bahía Honda no sabe que una muchacha de 17 años le escribe. A la joven Meury Valle le fascinan las maravillas del poblado costero. Sus letras no llenan páginas de un diario, ni son cursilerías de poetisa frustrada, sino las primeras crónicas de quien despliega un arsenal formidable para pelear por sus sueños.
¿Qué armas posee? Leer prolijamente cuanto cae en sus manos, convertir palabras en imágenes… y dominar la ortografía hasta el punto de intervenir en el concurso nacional, recién celebrado en Matanzas.
Como ganadora del certamen de Español-Literatura a nivel provincial y participante en el nacional durante décimo y onceno, la captaron: tras superar la lid en la provincia, acudió a la cita de Cuba.
Junto a otros 15 competidores, la bahiahondense debió escribir con acierto 20 vocablos en cada ronda y, aunque finalmente no consiguió un lugar entre los tres premiados, consideró la prueba una experiencia extraordinaria.
“Me gusta la ortografía desde pequeña. En primaria comencé a participar en esos concursos. Siempre me conquistó aprender sobre el español. Me atrae saber de dónde provienen las palabras, incluso hasta del latín, porque es muy bonito, así como contribuir al desarrollo de la lengua materna y no a masacrarla con errores y horrores.
“Ayudan mucho las reglas y la memoria ortográfica, a partir de la lectura. Lo otro son los diccionarios; es bueno recurrir a ellos.
“Tampoco me limito a un solo campo del saber. Si tomo un clásico esta semana, la siguiente elijo un libro de ciencias y la otra uno de contabilidad”.
Una estudiante de grado 12 sumergida en páginas sobre contabilidad por puro entretenimiento, no parece común.
“Me resulta muy interesante. Una vez leí que la contabilidad es la psicología de la política y de las masas. Psicológicamente, puedes analizar a una persona por sus conocimientos o decisiones financieras. Ese libro incluso me confirmó el origen económico de las guerras.
“Y el español, que nos ayuda a comunicarnos con su amplio rango idiomático, está presente en cada materia; tienes que saber escribir, tanto para ser científico como económico”.
Ciertamente, la jovencita devora un ejemplar tras otro.
“Amo la novela Bajo la misma estrella, de John Green; me gusta mucho la forma de escribir de Agatha Christie; me encanta Shakespeare; disfruto a Isabel Allende y los títulos de la colección Para Dummies (dedicada a revelar lo básico sobre temas de interés: de psicología, historia, astronomía…, explicados de la manera más sencilla).
“Una gran parte de los estudiantes lee, solo hay que encontrarlos. Lo hacen mediante el móvil y hasta se ocultan; no tienden a expresarlo, son introvertidos y prefieren novelas actuales, no a los clásicos ni las del siglo XX, ni poesía.
“A mí sí me atrapa la del Romanticismo, como Bécquer, y me gusta la de Alejandra Pizarnik”.
De la misma manera, le apasiona jugar con las palabras, contar sus propias aventuras, su visión de cuanto la circunda. Entonces, toma de un estilo y otro, del realismo y la poesía, de la narrativa y la crónica. Sin profundidades no hay paraíso, escribió sobre Bahía Honda:
“Una vez oí que la belleza es un océano profundo. Si te sumerges hasta el fondo descubrirás que, en su fecundo vientre, Cuba alberga un auténtico tesoro: un paraíso de aguas cristalinas, historia y magia rodeado de paz; un sitio de calles antiguas con uno de los pocos centrales azucareros activos en el país, un puerto, numerosos cafetales y el relieve montañoso de la Sierra del Rosario”.
Meury quiere ser periodista, y su sueño va más allá de una mera consecuencia de ese afán suyo por la lectura.
“Para ser buen periodista no se precisa solo leer, sino también escuchar, aprender, expresarse, redactar, llegar a los demás… Más allá de la relación entre libro e individuo, el periodismo enlaza a las personas, al compartir noticias y opiniones. Es muy bonito transmitir el saber, con la cruda realidad y la imaginación”.
Mientras, toma nuevos libros, aprehende la ortografía de cada texto, descubre entrevistas de Liudmila Peña Herrera y Rodolfo Romero Reyes, se enamora de las crónicas de Yuliet PC y Reinaldo Cedeño.
La voraz lectora y aspirante a periodista hasta concibe una conversación con Hazel Grace, la protagonista de Bajo la misma estrella. Pretende que sus letras aprecien la vida como ella, en la plenitud de su belleza, y nunca más le resulte común el pasto muy verde de Bahía Honda o el rocío sobre las hojas cada mañana.
Quiere divisar profundidades y no superficies, para que no se le esconda el verdadero paraíso.