Al final del comentario me gustaría que usted pudiera responder la pregunta que lo titula, a propósito de las celebraciones por el aniversario 13 de creada nuestra provincia. Quizás con su opinión y la mía, ayudemos a ordenar el gran rompecabezas que es la identidad de un territorio, elemento distintivo que se construye con paciencia, voz popular, historia y también con el futuro.
Días atrás conversaba con estudiantes de la carrera de Comunicación Social sobre el impacto que ha tenido esta ciencia en nuestras vidas, pues una vez sentados en las aulas comprendemos el mundo de una manera diferente. La especialidad nos ayuda a replantearnos varios aspectos que antes no cobraban significado ante nuestros ojos, y ahora no podemos dejar pasar por alto.
A ellos los escuché intercambiar sobre los símbolos, elementos de creación, colores y hasta sonidos que identifican a nuestra joven provincia. Es interesante el resultado de una conversación en la que todos, sin exclusión, se sienten orgullosos de pertenecerle pese a tantos avatares. Un territorio cuya grandeza está en el corazón de quienes se levantan a diario para hacerla auténtica, después de una gran fusión.
Mi padre siempre dice que se ha mudado tres veces sin salir de su casa: primero era de Pinar del Río, después de La Habana y ahora de Artemisa. Y es cierto. A lo largo de la historia hemos sido un gran ajiaco de cultura como ninguna otra provincia en Cuba. También sabemos del mejor tabaco, y caminamos La Habana sin miedo porque nuestros padres nos enseñaron rutas y esquinas para curiosear la capital.
Luego asumimos un bulevar y acogimos la belleza de la Sierra del Rosario en medio de la agitada y citadina cotidianidad que se respiraba en la otra mitad del territorio. Así despertó en enero de 2011 el fruto de lo que hoy somos y con el paso de los años sumamos más aniversarios.
Hay quienes todavía ven a Artemisa como la Diosa, la mitológica, la de flechas y virginidad. Otros la pintamos rebelde, auténtica, aromática, fértil, protectora, madre de la cultura y el decoro, hospitalaria, floral y hasta del mañana. Pero solo juntos somos capaces de conformar el vestido hermoso que engalana para recibir a cualquier visitante, sin olvidar que hay deudas pendientes, pues la identidad no surge en un día o quince años. Tampoco Artemisa es exclusivamente el nombre de un municipio, sino el honor que alcanza gracias a 11 territorios paralelos, con su propia historia y realidad.
Por Artemisa tenemos un Moncada, un Guajiro Natural, las frías aguas del Ariguanabo, el olor de las orquídeas, la fuerza de un bateador. A la joven provincia le agradecemos un monumento eterno a Maceo y su ayudante Panchito Gómez Toro, los versos de Villena, la voz de María Teresa Vera y la de Silvio, el laúd de Vichot, un puerto y el tambor. Somos paseos, paisajes, literatura y hasta la soldadura de un operador.
Siempre es conveniente volver a las esencias, esas que deben investigarse para no caer en manos de la desidia, el fatalismo o la grandilocuencia. Urge pensar ahora y tomar las riendas desde nuestra propia casa de altos estudios, las direcciones encargadas de velar por la cultura, la comunicación y el presupuesto a favor de la gran fotografía que miramos a diario.
Después de 13 años hemos avanzado en el reconocimiento digno al pasado, en los colores que nos identifican como el blanco de la pureza y el rojo de nuestras tierras. Pero ¿a dónde vamos sin una distinción que reconozca a quienes sueñan y aterrizan los deseos en sus pueblos?, ¿cuál es la proyección inme- diata para sembrar entre todos, la semilla vigorosa que deberá expandir sus raíces en 11 suelos? ¿Somos lo que soñamos y nuestra gente es parte de ello?
Tres nuevas preguntas y la del principio de este comentario, suman cuatro, como las ideas que deberán surgir en este camino llamado autenticidad. Amar a la provincia, como los alumnos de Comunicación Social, es el primer paso. Ahora nos toca hacer más, en su nombre y en el de todos.
Recordemos que la identidad se mueve a la velocidad de la luz, se entiende como lo que queremos ser -y el ser no puede ser negado. Aprovechemos para desplegar creatividad, participación y motivaciones desde las familias y centros laborales en medio de la gran fiesta que se ha propuesto la provincia. Entonces corresponde replantearnos y evaluar lo realizado si queremos que cada año sea diferente, sin repeticiones o imitaciones.
Florecer a la par de esta tierra no es difícil. Aprovechemos y comencemos a brotar las raíces en el lugar correcto, el que escogimos porque esa es Artemisa: el jardín cuya belleza radica en los pétalos de sus flores y la poderosa fuerza con la que las impulsa a tocar el cielo.