Quizás poco hay que enseñarle a un señor de 73 años; sin embargo, experiencia le sobra para dar cátedra de la vida y la obra a semejante edad. Posiblemente lo normal sería que, a estas alturas, los años le estuvieran pidiendo descanso y tranquilidad en el hogar, pero a Reinaldo Valdés González, los años le suman sueños que no pueden esperar para verse cumplidos, materializados.
Por eso, sin penas ni pausas, luego de soñar con algunos proyectos fue el dedicado a la acuaponía el considerado por la administración municipal para recibir financiamiento y convertirse en uno de los 60 Proyectos de Desarrollo Local (PDL) de la provincia.
A este ingeniero en Riego y Drenaje, después de trotar medio mundo conociendo sobre cultivos y mejores formas para desarrollar la ganadería y la agricultura, sumado a décadas de experiencia vinculadas a la producción de caña de azúcar, sus 70 le lucen jóvenes para emprender con lo aprendido en varias latitudes en su terruño.
¿Vegetales con agua de peces?
“Hablar de economía circular en estos tiempos puede ser trillado, pero es la esencia para completar ciclos. Eso justo es lo que propongo en mi PDL, asociado a la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Sierra Maestra, producir bienes y servicios aprovechando los recursos y reduciendo el consumo de materias primas, agua y fuentes de energía”, afirma Valdés.
“La acuaponía consiste en un sistema de cultivo de plantas y peces que combina la acuicultura tradicional (cría de animales acuáticos como peces, cangrejos de río y camarones) con la hidroponía, que se refiere al cultivo de plantas en el agua. Cuando combinas ambas aprovechas las potencialidades de una en la otra.
“Los peces producen en las excretas y la orina un fertilizante muy rico en nitrógeno, fósforo y potasio y entonces, eso se aprovecha y se siembra encima del agua, fundamentalmente vegetales como col, lechuga, acelga… A su vez, la planta fija oxígeno al agua, necesaria para los peces, en nuestro caso prevista para diez o 12 peces por cada metro cuadrado (m²).
“Ya tenemos preparado cuatro estanques de 0.80 centímetros de altura, tres de ellos con 800 m², el cuarto es un poco más grande. Criar peces no es solo tener el sitio y los animales, el agua de esos estanques hay que prepararla con vacaza o gallinaza, zooplancton como nutrición suplementaria y dejar que crezcan en ellas algas, elemental para aportarle vitaminas a los peces.
“Encima de esa agua, flotando, se colocan las bandejas con la siembra de los lechugas -por ejemplo-. A lo largo de los 40 metros, flotarían tres hileras de bandejas, distanciadas a cuatro metros para que el Sol penetre en el agua. Cada hilera con 660 bandejas, en total, por cada estanque serían 1 980 bandejas, cada una de ellas con 20 lechugas que no se trasplantarían, sino que se dejan crecer hasta la cosecha para que la planta no sufra”, casi 40 000 plantas por cada estanque, nada mal.

Los peces producen en las excretas y la orina un fertilizante muy rico en nitrógeno, fósforo y potasio que se aprovechaen la siembra de vegetales / Foto: Otoniel Márquez
Las piedras y el camino
En este esfuerzo lleva Valdés bastante tiempo, dos años para ser exactos. Primero debió solicitar, mediante su CCS, un terreno que otrora pertenecía a un secadero de la empresa porcina, ubicado en Pluma, Artemisa. Luego, arreglar cuanto la desatendida infraestructura pedía…y sigue pidiendo.
“Estos estanques ya estaban hechos y era una construcción que se podía aprovechar en el nuevo proyecto. Además, los depósitos tienen sistemas de recirculación del agua, lo cual posibilita una mayor entrada de oxígeno a los peces, el lugar ideal también para hacer rendir más los 500 mil pesos cubanos facilitados por las autoridades municipales en pos del desarrollo del proyecto.
“Luego tuvimos la dicha de recibir, a través del Programa de Fortalecimiento de Capacidades del Desarrollo Local en Cuba (PRODEL) y de un financiamiento internacional, 42 800 USD en equipamiento: paneles solares, freezer, equipos de medición del PH y oxígeno en el agua, computadora, y otros materiales que aún estamos esperando.
“Cuando yo pueda instalar los paneles solares, elimino el gasto de corriente eléctrica de la red común y hago más eficiente el bombeo del agua: allí no me falta”.
Valdés está ahora en fase de montaje, y en la ansiosa espera de sus alevines y de una casa de cultivo tapado que le posibilitará la siembra vertical de fresas, fundamentalmente. “En el sistema de siembra vertical se aprovecha ocho veces más el terreno, se reducen las labores agrícolas y el agua que vamos a utilizar es la fertilizada de los estanques”, y dicho de esta forma, solo resta pensar en la economía circular de la cual tanto habla.

La siembra vertical multiplica el cultivo hasta ocho veces, reduce el espacio de producción, ahorra agua, hasta en un 95%, produce todo el año, independientemente del clima y logra una mayor producción en menos tiempo. / Foto: Referencial, tomada de Internet
Sostenibilidad y economía
Uno de los principales problemas del país es sustentar la tan mencionada Ley de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional o Ley SSAN, en la cual se deja claro que corresponde a las comisiones municipales propiciar a su Consejo de Administración el plan de acción municipal para alcanzar la soberanía alimentaria, la seguridad alimentaria y nutricional, así como el pleno goce y ejercicio del derecho a la alimentación de todas las personas, como parte de la Estrategia de Desarrollo Municipal.
Según datos presentados en la fundamentación de la nueva Ley de Pesca aprobada, el consumo anual de pescado en Cuba debe ser de 3.8 kilogramos per cápita, unas 0.69 libras al mes. Con un proyecto como este se favorece la producción de esa carne en el municipio.
Hablar de peces en medio de la llanura del poblado de Pluma, a más de un kilómetro de la costa, puede parecer de locos. Sin embargo, con una producción escalonada de seis meses cada una, Valdés augura una producción anual de entre 12 y 20 toneladas de pescado, llevando cada ejemplar hasta dos libras. “Mi aspiración es comenzar con alevines de tilapia roja, luego mura y, en una segunda etapa del proyecto, clarias y langosta de agua dulce.
“Lo planeado es que el 20 por ciento de la producción sea comercializada en la propia localidad Pluma, por ser esta la base donde se concreta el proyecto. Luego cumpliríamos compromisos con el Hospital General Docente Ciro Redondo, los hogares de ancianos y los círculos infantiles. El resto, podemos encadenarlo con la venta a la población artemiseña donde el Gobierno decida”.
“De igual manera sucederá con los vegetales de la hidroponía. En tanto, la fresa resulta ampliamente cotizada en el mercado y ya hemos recibido intereses de farmacéuticas y de la Zona Especial de Desarrollo Mariel”, aseguró Valdés a quien cuando conversa no se le puede identificar si habla o sueña, porque el entusiasmo es quien le impulsa.
Este PDL generará carnes, frutas y vegetales, fuentes de empleo, aprovechará la energía limpia y augura ser rentable. Resta esperar y tener fe en el conocimiento atesorado por este matancero devenido artemiseño, la misma fe que le pone él a producir peces en medio del campo.

Valdés y los dos hombres que por ahora le acompañan, destinaron un cantero a la siembra de yuca de la cual producirán harina como suplemento para los peces / Foto: Otoniel Márquez