De la mano de la sencillez camina la verdadera grandeza. El coronel Enrique Garcés Montero, el hombre que ganó la Réplica del Machete de Máximo Gómez y, justo el Día de la Cultura Cubana, recibió el Premio del Barrio, dice seguir siendo aquel guajirito de Mabay, al que ahora le corre sangre de Granma y de Artemisa por sus venas.
Este Doctor en Ciencias Militares, investigador y escritor principalmente de temas históricos, suma a su extenso currículo el premio que conceden los CDR, de manos de Ania ThompsonBlanco, la coordinadora provincial.
“Jamás esperé tan alto reconocimiento. Dedico mis libros a hombres que salieron de sus hogares a escribir la historia de la nación y lo lograron. Fueron testimonios inéditos donde no le faltaron líneas a la familia y a la vecindad”.
Garcés fue miembro del Puesto de Dirección del territorio y mensajero en la cuadra durante la pandemia de covid. Suma más de 70 donaciones de sangre. Ostenta la Distinción 28 de Septiembre y el Sello 20 años de Vigilancia Revolucionaria.
Además, dirige el Proyecto de Desarrollo Local Producción sostenible de cultivos varios en la comunidad Primero de Enero, de Guanajay, mediante el cual vinculó a la Universidad de Artemisa a revitalizar el lugar.
Integra el Ejecutivo Provincial de la Unión de Historiadores de Cuba. Pero solo conoció de letras cuando la Campaña de Alfabetización. Vivía en uncaserío a cuatro kilómetros del otrora central Mabay, en Bayamo. Quizás su propia vida lo llevó a escribir sobre Historia.
“Mi padre nos hablaba de Céspedes, Gómez, Maceo, Martí, Fidel…Decía que no pudo estudiar mucho, ‘pero tú vas a poder y tal vez escribas de esas historias…’ Entonces, recuerdas lo vivido, esa profecía, y te entusiasmas hasta que escribir forma parte de tus necesidades espirituales”.
Aquel guajirito que apenas a los 11 años comenzó el segundo grado, se graduó con Título de Oro en la Escuela de Cadetes y fue alumno integral entre Doctores en Ciencias.
“En casa, por las noches, bajo la tenue luz de un candil, mi madre nos leía páginas de libros que ella escogía. Eso despertó en nosotros el afán por la lectura. Ya en los Camilitos de Holguín, leí casi cuanto libro de aventuras había en la biblioteca. Luego estudié obras de Martí, Marx y Lenin; me consagré a la carrera militar y la Historia.
“Para graduarme como oficial, egresar de la Academia de las FAR y lograr el título de Doctor en Ciencias Militares, fue decisivo enamorarme del estudio y la lectura, lo cual me llevó a convertirme en profesor e investigador”.
Hay cierta simbiosis en que Garcés cuenta sobre Historia y la Historia cuenta sobre Garcés, porque nuevamente esta lo enroló en sus páginas como un personaje más, al conducirlo hacia Angola, en 1975.
“Papá contaba que su abuelo y bisabuelo vinieron de República Dominicana a pelear junto a los mambises, y que su abuela descendía de esclavos traídos de África. Pienso venir pronto con la victoria en las manos; si muero, otros regresarán y ellos también serán sus hijos y hermanos”, le escribió entonces a la familia.
Hace tiempo imparte clases en el Centro Universitario Municipal de Guanajay. Allí escribe historia de otro modo.
“Trato de enseñar y aprender, no solo de historia. Mis alumnos saben que soy de Mabay, así que les narro pasajes de mi tierra natal, sus tradiciones y la vida de mi pueblo.
“Todos hacemos historia, al contribuir a crear condiciones para que el país salga adelante, y al preparar a las actuales generaciones como continuidad de la obra revolucionaria, con el ejemplo cotidiano.
“Debemos divulgar nuestra historia en la comunidad y cuanto espacio sea posible. Conocerla nos hace más fuertes”.
Garcés ha publicado libros en los cuales se acerca a figuras como Miguel Barnet, Enrique Núñez Rodríguez y otras relevantes del deporte y la educación, así como a un personaje sencillo y ocurrente de Mabay. Hasta descubrió un episodio nunca antes recogido en la voz de Ricardo Santana.
“Ha sido un privilegio abordar la vida y obra de Santana, el chofer que, por iniciativa propia, arriesgó su vida en medio de la balacera para rescatar a Fidel”.
En esa investigación y empeño resalta la profecía de la que no escapó Garcés, su amor hacia la Historia, hacia seres humildes y grandes a la vez, hacia el Santana que hubiera querido ser.