Dice Meury Valle que Bahía Honda tiene su propio faro. Es uno muy singular. No guía a las naves por la costa, sino a los jóvenes por el camino del conocimiento. El preuniversitario Mártires de Guajaibón irradia otra luz: la del saber… y sus pupilos la siguen agradecidos.
Meury la disfruta. Elogia la disciplina, la calidad de los profesores y de las actividades educativas promovidas por la escuela. “Cada docente se empeña en que los alumnos de hoy seamos su mejor mañana… y mantengamos encendida la llama de la continuidad”.
Cuando pides a los estudiantes de ese plantel que te sugieran nombres de buenos profes, la lista parece no terminar. No te hablan del currículo o de los años frente a las aulas; te cuentan sobre lecciones que atrapan.
“Me encanta su manera de impartir clases, el entusiasmo a pesar de las adversidades, las ganas de que nos interesemos por el estudio y aprendamos. Buscan despertar en nosotros la curiosidad, incluso una competencia genuina para superarnos”, explica María Karla Duarte.
“El ser humano es lo que hace de él la educación. Ellos nos dejan una huella profunda, no solo en el cerebro, de corazón a corazón. Parece que fuera una preparación para la vida, pero es la vida en sí misma.
“Maestros como Maivi, la de Historia; Lidia Esther Chipi, la de Química y Yohan, el de Español, son responsables, dedicados, integrales, capaces de interpretar las capacidades de sus alumnos y transmitir el conocimiento de una manera asequible.
“Maivi es como un detalle, pequeña y a la vez necesaria. Su creatividad, alegría y exigencia nos hace esforzarnos; crea un compromiso que nos ata a su asignatura. Chipi inspira superación, ideas razonables, lógica. Nos permite ver los contenidos de manera distinta… y no quedarnos con una duda.
“Yhoan es el ejemplo sobre cómo aprovechar la lengua española para una buena comunicación, como base de una cultura general y un vocabulario amplio. Nos introduce en las obras, e intercambiamos opiniones hasta del día a día mediante ellas”.

Cuando pides a los estudiantes de ese plantel que te sugieran nombres de buenos profes, la lista parece no terminar / Foto: Joel Mayor
Que lo digan ellos
Los chicos recomiendan visitar al profesor de Geografía. Se llama José Francisco García, pero lo conocen por Pepe, el de los viajes al interior de un mapa. A eso aspira cualquier padre o metodólogo, a lo visto en su aula: los estudiantes no solo reciben una clase, sino que aprenden.
“Relacionamos la asignatura con cuanto ocurre a nuestro alrededor, y eso los atrae. Tengo 52 años de trabajo, siempre en Educación. Enseñar forma parte de mi espíritu.
“La magia es compartida; está en el trabajo del docente y en que el propio discípulo capte los conocimientos. Debemos explotar las capacidades del alumno mediante elementos de la clase o de la vida diaria, que incluso aporta más”.
Otro de los incluidos en la larga y a la par prestigiosa lista, es Lucas Crespo Graverán, el profesor de Biología. Para él solo hay más misterio dentro de una célula, no en un aula. “Solo es preciso prepararse de manera que los estudiantes se motiven y entiendan cuanto les explicas.
“El maestro debe atender a los alumnos con cariño, como si fueran sus hijos. No imponerles el conocimiento sino hacer que lo descubran. Saber sus particularidades a partir del diagnóstico exacto de cada uno.
“Me encanta mi profesión y trato de que mi asignatura también los prepare para la vida. Nunca haría otra cosa; me gusta mucho impartir clases”.
Todavía Yamel Ramallo Márquez no alcanza los 40 años, aunque desde los 20 hizo suya la enseñanza media superior, sin pensar en molinos ni en quienes temen a la Matemática. En el transcurso del tiempo adquirió la experiencia, y se ganó a los muchachos.
“Relaciono mi materia con lo cotidiano; es la que más desarrolla el pensamiento lógico.
“Este año aplicamos alternativas adicionales, en busca de mejores resultados en los exámenes de ingreso a la Educación Superior; no obstante, influyó negativamente el interés de los alumnos.
“No me parece correcta esa política de que con solo presentarse puedan acceder a una carrera. Como ellos lo saben, no se preparan. La asignatura es difícil y, encima, no les resulta necesario”.

Con Pepe, como con los demás, los estudiantes no solo reciben una clase, sino que aprenden / Foto: Joel Mayor
Alerta entre sus columnas
“Aquí no se estilan esos repasadores que reciben alumnos en sus casas y cobran por eso. ¿Por qué? Porque las clases son muy buenas y los profesores imparten repasos en la propia escuela, como parte del proceso docente”, asegura Yusimí Cárdenas Hernández, la directora del preuniversitario urbano de Bahía Honda.
“Contamos con un claustro muy preparado, con una vasta experiencia. ¡Son profesores de profesores! Y desbordan amor por su profesión”.
Sin embargo, alude al 29,54% de aprobados en el examen de ingreso de Matemática, con los mismos profes que otras veces han logrado el ciento por ciento.
“Ellos transitan durante todo el ciclo con sus alumnos. Incluso, este año se hizo más que los anteriores, al concebir un curso de verano por primera vez y, en convenio con la Facultad Obrero Campesina, en el horario de 5:00 a 8:00 de la noche, con los profesores de la escuela, ejercitamos lo aprendido en clases”.
“Lo sucedido en Matemática, no así en los exámenes de Español e Historia, no tiene una explicación sencilla ni tiene que ver con falta de empeño ni de calidad en la docencia”, advierte Nerelys Martínez Prieto, especialista principal de la Dirección Municipal de Educación que atiende la enseñanza preuniversitaria.
Lo confirman muchos. Yamel, Alina García (también de Matemática), Maivi, Chipi, Yohan, Lucas, Pepe… hacen de la clase una cita seductora, y el conocimiento entra porque cada estudiante disfruta abrirle sus puertas.
Bien lo dice Meury: “a veces silencioso y otras veces tomado por el bullicio de la juventud, la fuerza de mi pre radica en columnas muy fuertes, las de sus letras y números, esas que guían como un faro a quienes sueñan continuar navegando hasta la Universidad”.

Para Lucas, solo hay más misterio dentro de una célula, no en un aula / Foto: Joel Mayor