La diplomacia cubana presentará por trigésimo primera vez la resolución Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba, en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Como es habitual, un informe dará cuenta de los daños ocasionados por esa política al país, en esta ocasión entre el 1 de marzo de 2022 y el 28 de febrero de 2023, período caracterizado por su continuidad y recrudecimiento. Según los estimados, los perjuicios provocados a la nación en la etapa ascienden a 4 mil 867 millones de dólares.
La cifra refleja el impacto sobre las exportaciones cubanas, fundamentalmente en el turismo, la persecución a las operaciones bancario-financieras, los costos de reubicación geográfica del comercio, las afectaciones a la producción y los servicios a la población, y los impedimentos para acceder a tecnología de avanzada.
Existen otros efectos no cuantificables en números, pero tan inhumanos como la negativa de acceso a medicamentos, insumos y equipos médicos, que pone en riesgo la calidad de vida y hasta la supervivencia de pacientes cubanos, entre ellos niños.
Más del 80 % de nuestro pueblo ha vivido en un país bloqueado, pues ese ha sido el elemento esencial de la política de EE.UU. hacia Cuba por más de seis décadas. Tal y como lo sufrimos, constituye una violación de nuestros derechos humanos y un acto de genocidio según la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de 1948.
Durante 30 años, la potencia del norte ha hecho oídos sordos al reclamo mayoritario de las naciones de terminar el bloqueo a la Mayor de las Antillas, expresado en la votación a que se somete cada año dicha resolución en la ONU. Desde el primer sufragio en 1992, marcado por el abstencionismo de 71 miembros, más países votaron a favor (59) que en contra (3).
Con el transcurso de los años, el apoyo a la nación caribeña se ha hecho ampliamente mayoritario; solo Estados Unidos mantiene el respaldo a su política genocida, y unos cuantos aliados que alternan su postura entre el apego servil a Washington y el abstencionismo.
La condena al bloqueo aglutina a la comunidad internacional como pocos temas lo hacen. Cada día son más las personas, organizaciones e instituciones en el mundo, incluso dentro del pueblo norteamericano, que denuncian esa política inhumana e ilegal. Sin embargo, el gobierno yanqui sigue con el síndrome del avestruz, queriendo desoír a la mayoría.
Cuba, con la fuerza de la razón, denunciará una vez más tan despreciable acto de genocidio contra sus hijos, y espera, una vez más, el apoyo mayoritario de las naciones del orbe.