No es justo que una niña deba vivir entre el amor y el odio. La pequeña Dianik Laura resiste ante sus torturadores, esos a quienes solo les interesa rendir a Cuba, sin importarles que nació enferma y la asedia el dolor. Sobrevive porque muchas voluntades se juntan para hacerla lo más feliz posible.
Pero siente en su propio cuerpo el odio de la ultraderecha de Miami. El bloqueo del Gobierno de Estados Unidos a este país rebelde, entorpece el acceso al tratamiento preciso, para la miopatía estructural congénita que padece.
Tanto a la congresista María Elvira Salazar como al senador Marco Rubio les tiene sin cuidado la debilidad muscular generalizada, sin sostén de cabeza ni de tronco, de esta muchachita de la localidad de Zayas, en Mariel.
Dianik Laura Betancourt Cabrera no puede caminar ni hablar; encima, tiene discapacidad auditiva y del lenguaje. Mucho la ayudaría disponer de una silla de ruedas con soporte para la cabeza, así como tomar coenzima Q 10; sin embargo, esa política impulsada por ambos legisladores y otros de su misma calaña obstaculiza los intentos de conseguirlos.
Mairobert Cabrera, especialista en Imagenología en el policlínico Orlando Santana, de Mariel, es la mamá de esta adolescente ya de 14 años. Sabe que las causas de esa patología son múltiples, y en la Mayor de las Antillas no hay cómo hacer ese diagnóstico.
“Desde el hospital pediátrico Juan Manuel Márquez, en La Habana, gestionaron realizarle ese estudio genético, en España y en México. Al final, el bloqueo lo impidió”.
Ciencia, afán y amor
A esta niña la salva el amor. En Cuba, han hecho todo lo posible por ella. Dos Doctores en Ciencias, ambos con categoría de Profesor e Investigador Titular, pusieron en función suya su vasto conocimiento y ternura.
Tanto el neuropediatra Ramiro Jorge García, presidente de la sección de Neurología Pediátrica de la Sociedad Cubana de Neurología y Neurocirugía, como Araceli Lantigua Cruz, Especialista de II grado en Genética Clínica, apelaron a cuanto alcanza la ciencia para mejorar la calidad de vida de Dianik Laura.
Y la chica dispone hasta de una maestra que va a impartirle clases a la casa, en la comunidad llamada Zayas.
“Siempre soñé verla vestida de uniforme, sobre todo al percibir su esfuerzo para aprender y cómo ganaba habilidades desde pequeña. Por eso, mediante el Centro de Diagnóstico y Orientación (CDO) de Mariel, la matriculé en la escuela especial Camilo Torres”, revela la mamá.
“Cada jueves, la maestra viene hasta aquí, primero Mercedes Zamora y ahora Claudia Pedro. Le habilité un aula en el comedor como si fuera en la escuela, con mural, bandera, escudo y un sinfín de medios de aprendizaje y estimulación diseñados por mí, para ayudar a su enseñanza.
“Mediante el esfuerzo de los técnicos de fisioterapia, la estimulación de sus maestras y el empeño de la familia; con paciencia, dedicación y amor, hemos logrado lo que nunca creí posible: ya sabe comunicarse, señalar, identificar números con los dedos de la mano… y mucho más.
“Todo eso se los debo a ellos, a la atención de salud en mi municipio, al CDO y a mi Revolución cubana”.
Además, Mairobert aprovecha la mínima ocasión para integrarla a la sociedad: en los actos políticos y culturales de la escuela, cumpleaños en la cuadra, fiestas y actividades de la familia.
“Hemos podido lograrlo con fe, certeza y mucha paciencia en el día a día, junto a mi gran familia que me apoya. Mi niña es lo más grande que tengo. Pese a su condición, está integrada a la familia y a la sociedad. Puede jugar con niños. Nunca la he tenido aislada en el cuarto ni encerrada en la casa; al contrario.
“Siempre con su sonrisa y alegría, es una niña feliz. Voy a seguir logrando cosas en ella, para que esté más activa y el día de mañana pueda valerse por sí misma”.
Mientras, Dianik Laura seguirá viviendo entre el odio de gente rica indiferente ante su dolor… y el amor de quienes no cejan en buscarle siquiera una sonrisa más de felicidad.