Apenas pueden disimular el orgullo que les habita. La sonrisa en sus rostros los delata. No todos los días un hijo gana una medalla internacional. ¿Cuándo se hizo tan grande en conocimiento y estatura? Una mañana le ayudas con el nudo de la pañoleta y poco tiempo después te sorprende al colocar el nombre de un país, una escuela y un municipio allende los mares.
Mariam de la Caridad Domínguez Bello y Ricardo Molano Ávila son los padres orgullosísimos de Ricardo Miguel, el joven estudiante del IPVCE Mártires de Humboldt 7, quien mereció la presea de bronce en la 38 Olimpiada Iberoamericana de Matemática, celebrada en Río de Janeiro, Brasil.
Tampoco resulta algo tan improbable, ni se trata de un hecho fortuito, tratándose de Ricky, como afablemente le llaman los más allegados. A pesar de su corta edad, este talentoso alquizareño acumula años dedicados al estudio y la autopreparación. Ha sido un excelente estudiante desde la primaria hasta hoy. Su pasión por las matemáticas casi le llega de herencia. En Alquízar, no se podía esperar menos del nieto de Miguel Domíngez, conocido por su habilidad con esta ciencia exacta, don que legó también a su primogénito, quien bien supo asumir el encargo de guiar más tarde al sobrino. ¡ Y miren que lo supo hacer!
Tras su llegada al IPVCE rápidamente es captado para integrar la Preselección Nacional de Matemática, «selecto club» que componen los 10 mejores del país. En onceno grado enfrenta todo el proceso de exámenes clasificatorios y logra entrar al equipo Ibero, junto a Karla Yisel Ramírez Garcell, del IPVCE Vladimir Ilích Lenin, también merecedora del bronce.
«Se trataba de la segunda olimpiada a la cual asistía, pero la primera de forma presencial. En diciembre de 2022 participé en la XXIV Olimpiada Centroamericana y del Caribe de Matemática (OMCC) en Costa Rica de forma online. Allí conquisté la medalla de plata», comenta Ricardo.
«En esta última ocasión estaba muy nervioso. Conocía que Brasil es uno de los mejores territorios en Matemática de Iberoamérica y sabía que la competencia iba a estar muy difícil. Y así mismo fue. El examen estuvo muy retador. Pero lo intenté con ganas. Sabía que estaba preparado para ello. Todo lo entrenado lo plasmé sobre aquella prueba.
«Fue un experiencia única. Conocer estudiantes de 23 países. Los mejores en la asignatura. Intercambiamos temas afines a las ciencias, pero también conocimos sobre sus tradiciones y costumbres».
Ricardo es un joven talentoso. Pero no deja de ser un adolescente ávido de nuevas experiencias, a quien también le motivan las maravillas de otros lares. De Brasil no trajo solo el bronce grabado en el pecho; también la belleza de sus famosas playas en forma de media luna, la magnificencia del Cristo Redentor y el Pan de Azúcar.
Entre sus planes para el futuro más cercano está nunca dejar de estudiar. Todavía le resta este último año para cerrar su ciclo olímpico. Ansía participar en la Olimpiada Iraní de Geometría; y luego, si logra salir vencedor de las fases eliminatorias, planea asistir a la Olimpiada Internacional de Matemáticas (OIM), este año con sede en Inglaterra; además de repetir en la Iberoamericana, de Bolivia.
Y ojalá siga cosechando logros. Porque cada vez que nuestro jovencito conquista un triunfo los sentimientos son indescriptibles. Al intentar explicarlo solo puede conjugar un montón de adjetivos con la palabra felicidad. Felicidad por lo que ha logrado en el orden personal, por lo que representa su triunfo para el país, por sus entrenadores, por su familia, por los vecinos que lo recibieron con gritos de campeón.
Sabe que solo no hubiese llegado tan lejos. Por eso en sus palabras va el agradecimiento en primer lugar para los de sangre; a su entrenadora María Felix, quien desgraciadamente ya no está entre nosotros, pero supo inculcarle el amor por las matemáticas; a los colegas Elvis Cabrera Leal y Erick Jordan Valdés, matemático y químico, respectivamente. También agradece a los entrenadores en La Habana: Ernesto, Darío y Nelson. Cada uno de ellos imprescindibles para que pudiera abrazar este bronce que sabe a oro.



