Andas las calles con la premura de siempre. En aquella esquina alguien habita, a veces de día, siempre de noche; la habita con su historia y su herencia, con el sol o el frío, pendiente del “cariño” de quienes miran con desdeño, al de otros incapaces de percatarse que respira, o por el contrario, con el guiño para quienes le ofrecen su mano y un pedazo de su único pan.
Se pueden llamar Yosvany, María o Juan Luis. Fue ron ingenieros, o tal vez la mejor maestra; incluso, pueden haber sido siempre solo un número en el registro de identidad, pero cuentan como un cubano más, y para contarlos, desde los afectos, entre tantas instituciones, hace unos 30 años existe el Proyecto Sociocultural Cabildo Quisicuaba, en el corazón de Centro Habana.
Sí, ese mismo que su guía repite una y otra vez, inspirado en José Martí, nuestro Héroe Nacional, que se fundó “Con todos y para el bien de todos”.
Enrique Alemán Gutiérrez, líder de Quisicuaba, es como luz y amor en una sola dosis. “Mi ángel”, dice —con sus ojos húmedos— Isabel Antomachí Biscay, quien tiene 72 años y sabe de rodar y rodar en la vida, de verse perdida. “Vine en la flor de mi juventud para La Habana”.
Recuerdo que tenía como 28 años. Dejé atrás el Oriente, y quise encontrar el anhelado color de rosas, pero fue Quisicuaba quien —por suerte— me encontró a mí. Me dio paz, hogar, empleo seguro, sábanas limpias, y una familia tan carnal como la mía. Yo, en parte, trasmito esa luz.
“Soy la jefa de la cocina. Unos 4 000 comensales son mi responsabilidad. No importa el estado del tiempo ni el día de la semana, ellos son fieles, pues van por su alimento. Ser útil es el mejor color de rosas”, asegura, mientras reconozco infortunios de ayer entre satisfacciones de hoy.

QUISICUABA potencia el desarrollo y bienestar del ser humano, y desde 1992 funciona como Proyecto Sociocultural, patrocinado por 18 países, asegura su líder / Foto: Otoniel Márquez
Quisicuaba, ahora en San Antonio
Si bien alienta escuchar a Isabel, y verla caminar con más voluntad que salud, voltear la mirada hacia Luis Enrique Alemán García, responsable del Área de Bienestar de la Institución Quisicuaba, se revela como bálsamo en el alma.
Joven, carismático, y tan hijo de su padre como para seguir sus pasos, es impulso y constancia, pues en sus hombros reposan grandes compromisos.
“Buscábamos un sitio con tierras para poder gestionar alimentos y hacer sostenible el servicio que ofertamos en Maloja, entre Ángeles y Aguilar, Consejo Popular Los Sitos, en La Habana.
“Comuna de París fue el primer centro en valorar. Desde esa primera mirada Yadelki Hernández Morales, en aquel entonces presidenta de la Asamblea Municipal del Poder Popular, en San Antonio, nos abrió los brazos y nos mostró un “paraíso”; claro, en planes, pues el tiempo y el abandono ya habían depredado lo suficiente la otrora escuela Comuna de París, ahora en medio del marabú.
“Sin desechar la idea, nos fuimos a Mayabeque y Matanzas, incluso, para después de otras opciones, convencernos que allí, o mejor aquí, a 37 kilómetros de La Habana, era el mejor lugar para fundar nuestro Campamento Agropecuario, con un Centro de Vida Asistida, el cual, además nació, con esa misma persona que nos enamoró a primera vista”, resume el joven, con la asistencia de casi todo el equipo.
Yadelki, entonces, con las botas puestas, asumió el reto de las fértiles áreas aledañas al explantel escolar, para administrar ahora 18.22 hectáreas (ha) de tierras —declaradas como ociosas y pertenecientes a la Empresa Cítricos Ceiba— que ya pintan de verde y de vida a unos cuatro kilómetros del Ariguanabo.
“En carbón convertimos parte del marabú que nos rodeaba, y lo usamos para cocinar; otros de esos palos esperan por más manos y mochas. Entre tanto, maíz, quimbombó, boniato, yuca, cerdos, pavos, gallinas, conejos… confluyen junto a arquitectos y constructores, estos últimos de la Cooperativa no Agropecuaria (CNA) habanera RCONST, empeñados en dar vida útil al majestuoso edificio”.
“Nada es fácil, pero obrar en bien común te hace buscar fuerzas», asegura, sobre todo con una institución como Quisicuaba, referente en el país de respeto hacia el ser humano.
“Ese orgullo ariguanabense de haber sidolos elegidos, nos hará no descansar hasta contar con las 40 viviendas para alojar habitantes de nuestras calles, no solo de esta localidad, y para atender a otros coterráneos que precisen apoyo”, nos explica emocionada.
“Contaremos con un espacio de alojamiento en función de brigadas de solidaridad que deseen ayudar, un centro de salud con equipamiento para atención primaria, una ambulancia y algunas camas para urgencias médicas, entre otros planes.
“Apoyaremos el Sistema de Atención a la Familia, que asume vecinos del Ariguanabo que reciben alimentos a domicilio con asistentes sociales voluntarios; en cambio, el ser fuente de empleo de lugareños, unos fijos y otros de manera eventual, aporta otras razones para no desistir”, insiste.
Ayudar, una filosofía de vida
Quisicuaba como asociación, fundada en 1939, es una institución religiosa, que ha ofrecido apoyo a los vecinos, por medio de un movimiento espontáneo. Retoma la era de los Cabildos con el resurgimiento de agrupaciones africanas, rescata valores históricos, cuyos orígenes datan de siglos atrás, además de potenciar el desarrollo y bienestar del ser humano, y desde 1992 funciona como Proyecto Sociocultural.
San Antonio de los Baños, nombrado con suficientes argumentos, la Capital de la Cultura de la joven provincia de Artemisa, da vida a la esencia de uno de los 30 programas que Quisicuaba sostiene por toda Cuba. No faltarán, acá, artistas ariguabenses ni campesinos y pobladores para aportarle plenitud.
Aquí nace, o mejor dicho, crece y se desarrolla, el plan de producir, de ser soberanos en cuanto a alimentación, sustento y espiritualidad.n un futuro que es ya, procuremos entre todos, que al andar —tal vez igual de apresurados— por nuestras calles— sustituyamos el guiño lastimoso de habitantes en cualquier esquina, por las manos solidarias, el pedazo de pan, y sobre todo, por la luz de Quisicuaba, también desde el Ariguanabo.

RESCATAR la otrora escuela Comuna de París, y transformarla para asistir a quien lo necesite es la máxima prioridad / Foto: Otoniel Márquez