Pudo ser la guitarra, la acupuntura, la filatelia o el kárate que se respiraban en su casa, en San Antonio de los Baños. Sin embargo, Wilver Vargas eligió el ajedrez, logró el título de Maestro Fide, y su Coeficiente Elo asciende a 2304. Recientemente, ha logrado notables éxitos.
El sábado 12 de agosto finalizó tercero en el XXXV Open de Ajedrez Castillo de Luna, desarrollado en la ciudad de Rota, provincia Cádiz, España, entre 90 trebejistas. Pese a sumar siete puntos en ocho rondas, se le escapó la corona.
Cinco días después tomó desquite en el I Open Internacional de Ajedrez Real Sociedad Carreras de Caballos de Sanlúcar, también en Cádiz, donde quedó primero con 5,5 puntos de siete posibles. Ambos fueron torneos de partidas rápidas.
“Nunca antes me había probado en esa modalidad de manera presencial. No soy amante de las partidas rápidas (de 25, 15 o 10 minutos), aunque se me dan bien.
“Incluso escogí este deporte por mi padre. Integré una selección de béisbol, competí en kárate y voleibol, practiqué judo y hasta corro maratones. Por aquellos años me encantaba jugar con él a los soldaditos. Un día me compró un ajedrez y me dijo que era un juego de guerra, pero sobre un tablero.
“Desde entonces lo disfruto y peleo por llegar a ser Gran Maestro. Cada sueño tiene sus etapas y sus propias metas; ahora lucho por convertirme en Maestro Internacional”.
-¿Cuál consideras la manera óptima de mejorar en ajedrez?
“Entrenar todos los días, solo con pequeñas pausas. El día que descansas, el contrario gana ese tiempo”.
-¿Prefieres seguir lo que estudiaste o improvisas?
“Casi siempre los ajedrecistas nos preparamos con programas de entrenamiento, y revisamos partidas de los contrarios; no obstante, muy pocas veces hacen los mismos movimientos, por eso me gusta improvisar con otras jugadas”.
-¿Qué hemos ganado y qué hemos perdido con el uso de programas informáticos y sus análisis?
“Nos ha ayudado muchísimo en cuanto a entrenamiento, solo que nos ha quitado la belleza de las combinaciones, la lectura de los libros y repasar las partidas frente a un tablero en físico.
“Hoy en día el ajedrez se juega muy mecánico, debido al uso de las computadoras. Hasta 30 movidas son recitadas de una máquina. Eso implica menos creación de combinaciones y menos partidas bonitas”.
-¿Juegas también contra la computadora?
“Como cualquier ajedrecista. Lo real es que no me gusta. Prefiero enfrentarme presencialmente contra humanos”.
-¿Es más difícil o más fácil?
“Para mí, más difícil; me predispone por temor a perder”.
-¿Qué suele ser más determinante: el talento o la dedicación?
“Además de disfrutarlo, es la dedicación la que depara resultados. Hay personas muy talentosas, pero no le dedican el tiempo suficiente”.
-Dicen que Vassily Ivanchuk no es campeón mundial porque los nervios y emociones le fallan al decidir un movimiento.
“Lamentablemente, es así. Los nervios y las emociones influyen. Hay que controlarlos. Ivanchuk es un genio; disfruto verlo jugar, y me hubiera gustado que fuera campeón del mundo.
“A mí me pasó este año en la octava ronda del torneo Guillermo García; ya estaba a un movimiento de pasar en primero. Fue después del huracán Ian, en una partida tensa de más de cinco horas. No pude con mis emociones y caí derrotado; me afectó tanto que perdí la última, sin ánimo ninguno, y eso me llevó a la sexta posición de la tabla”.
-Todos tienen una mala partida. ¿Qué aprendes cuando sucede?
“Los deportistas también tenemos días malos. Siempre queremos hacerlo bien, aunque en ocasiones no salen las cosas; entonces, yo me encierro, trato enseguida de buscar mi error… y ya quisiera que fuera el día siguiente para ir con todo por más victorias”.
-¿Qué competencia recuerdas con más cariño?
“Uno de los días más bonitos fue cuando obtuve medalla en un torneo 15-16 en Matanzas; recuerdo mucho ese nacional”.
-¿Cuál ha sido tu mejor partida?
“Especialmente una contra el Maestro Fide Roberto Salgado, de mi pueblo. Hace muchos años y aún la recuerdo, porque decidía un nacional en que participé en la UCI, y empleé una combinación bonita para dar mate”.
-¿Cuántas horas entrenas al día? ¿Te preparas físicamente?
“¿La verdad? He sido indisciplinado a la hora de entrenar, aunque todos los días veo algo de ajedrez y juego. Le dedico muchas horas y debería entrenar aun más.
“Me gusta el béisbol, jugar al taco con mis amistades de la infancia y participar en maratones: corrí en el último evento dedicado al Andarín Carvajal en mi pueblo. Y a veces subo al estadio. Esa es mayormente mi preparación física”.
– ¿Es posible entrenar la motivación y la fortaleza mental?
“Creo que sí, en un círculo donde abunde la tranquilidad y el apoyo de toda la familia y las amistades. Eso a mí me motiva y me da fortaleza, incluso cuando estoy lejos, como ahora, que viajo para competir”.
-¿Qué te parece la idea de incorporar el ajedrez como una materia más en las escuelas?
“Una magnífica idea. Muchísimos niños conocerían este lindo deporte y tendríamos más campeones, además de un país con enorme cultura sobre el juego ciencia.
“¡Qué lindo que le preguntes a cualquier niño en la calle por Capablanca, y sepa su historia! ¡O que le preguntes y reconozcan las principales figuras de Cuba y lo básico del ajedrez! También los disciplina y desarrolla el intelecto en las demás asignaturas”.
-¿Cuál es tu apertura preferida?
“Juego de todo. Con negras prefiero la Defensa francesa. Me ayudó mucho Eduardo Cabrera, un entrenador de Güira de Melena; desde que me la enseñó, ahí quedó en mi repertorio.
“De niño, Félix Lemus me llevaba a algunas competencias, aunque la mayor parte del tiempo mi principal entrenador ha sido mi familia”.
-¿Quiénes son tus ídolos?
“Mis ídolos son José Raúl Capablanca, Leinier Domínguez y sobre todo mi padre. A él, a mi familia, mi novia, mis amigos y cuantos me apoyan de una forma u otra, les dedico cada uno de mis triunfos”.

Wilver asegura que los programas informáticos se roban la belleza de las combinaciones