Gollo, por sentirse mal
y no hallar medicamento,
ahora vino con el cuento
de un jardín medicinal.
Producirá citrogal,
emulsión scotch, truabín.
Quiere sembrar un levín,
sutura, anestesia, gasa
y un cantero en su terraza
de sondas y desitín.
Fue a hacer en la agricultura
contrato sin dilación
y encontraron su intención
rayando con la locura.
El guajiro con premura
juró que si se trabaja
la tierra, si el hombre baja
el lomo no hay que importar
y no hará falta comprar
caro a la gente que viaja.
Gollo jura a la ingeniera
que una forma debe haber
de productos obtener
sin que los traigan de afuera.
Porque de alguna manera
se surten los que a diario
pasan por su vecindario
y aunque no viajan jamás
casi siempre tienen más
productos que el dispensario.
Oyendo la explicación
del guajiro a la mujer
solo se le vio poner
la mano en el corazón.
Se le subió la presión
y Gollo mirando inquieto
dijo con mucho respeto
a la ingeniera maltrecha:
Si se me da la cosecha
voy a obsequiarle un esteto.