Ha llegado la esperada -y también temida- etapa estival. Los estudiantes culminan el curso escolar, y con ellos la familia se prepara para el descanso. Pero son varias las preocupaciones que anotamos en la agenda tras diez meses complejos, económicamente hablando, sin olvidar las altas temperaturas de esta época del año.
¿Cómo se comportarán las termoeléctricas? ¿A dónde llevaremos a los niños? ¿De cuánto disponemos para al menos un pasadía en algún hotel? ¿Los precios seguirán por las nubes? Son preguntas que se escuchan una y otra vez intentando armar el rompecabezas de las vacaciones.
No es menos cierto que el verano se planifica durante todo el año, pero en ese ajuste de cuentas, van muchas restricciones para que sean lo más dignas posibles. Aún así, las experiencias no siempre han sido las mejores, y por eso este comentario que, lejos de ser pesimista, intenta volverse esperanzador ante la llegada de julio y agosto.
Artemisa no dispone de centros e instituciones culturales diversas como, por ejemplo, la capital cubana. Encontrar las ofertas de nuestro gusto, quizás desde el cine, el teatro, el ballet, las actividades infantiles o los recorridos a sitios históricos, se notan menos acá… entonces en esa competencia de preferencias versus propuestas, corresponde repensar un verano a la altura, después de tanto vivido.
¿Por qué decía arriba “temido”? Indiscutiblemente la contingencia electroenergética preocupa no solo a especialistas, sino a coordinadores de eventos y a la familia. Es a esta última a la que le corresponde evaluar y establecer un itinerario, la mayoría de las veces fuera de la provincia, lo cual genera más gastos al bolsillo.
Son múltiples los sectores que deben garantizar calidad y variedad este verano. Una vez concluya, corresponderá a la prensa evaluar lo realizado, pero no creo efectivo esperar al final para discernir entre lo que se hace bien o mal.
Los míos, por ejemplo, hablan de visitas a la playa, excursiones al centro histórico de La Habana y al menos dos noches en algún bar o restaurante. Sí, se trabajó duro para disfrutar de algo tan simple como tomar el Sol cerca del agua, caminar con admiración o comer. No obstante, debemos ajustarnos en cada viaje, pues el mes tiene más días, y la casa exige atención.
Confío en esos emprendedores que se las ingenian para garantizar refrescos, golosinas, ropa de baño y hasta la fría cerveza. Mas no dejo de alertar a quienes corresponde hacer por todos, sin distinción. En eso nos va el reposo a la mayoría para en poco tiempo volver a empezar.
El cubano merece un verano diferente, colmado de alegrías y satisfacción. Momentos para unir familia y amigos, estar en contacto con el entorno y fabricar recuerdos para el futuro.
Los últimos no han sido los mejores, ¿quién lo duda? Hemos enfrentado a enemigos tan duros como: una pandemia, las interrupciones del servicio eléctrico, la escasez de alimentos, el impacto económico de políticas internas y externas, y la inflación. Ellos también merecen tomar un receso mientras aparecen las soluciones , al menos cuando nos toca relajar.