Guillermo García Ponte, ni siquiera imaginaba lo que sucedería en su propia casa, en el hogar que lo vio nacer y lo había cobijado durante 16 años; su hermana mayor tampoco lo sabía, pero sobre las 2:00 de la tarde, en aquella vivienda de la calle General Gómez (hoy 31, número 4424, entre 44 y 46) se fundó el Movimiento 26 de Julio en Artemisa.
Su padre, Arcadio García, también estaba presente, pertenecía a la ortodoxia, había estado en el ABC en contra de Machado y ya tenía una tradiciónde lucha, elementos que al parecer contribuyeron con la selección de su morada para celebrar tal acontecimiento.
En el centro de la sala se alzaba la bandera, rodeada por un grupo de jóvenes. Cuando llegaron los asaltantes al Moncada, Julito Díaz, José Ponce, Jaime Acosta y José Suárez, inició la reunión y cantaron el himno muy bajito, pues apenas a media cuadra se encontraba la Jefatura de la Policía.
Arnaldo Pérez, que era el secretario de la Juventud Ortodoxa en Artemisa y más tarde sería uno de los expedicionarios del Granma, fue otro de los invitados.
En el momento en que Pepe Suárez -quien había integrado la Dirección Nacional del Movimiento, se le dio la tarea de organizarlo en Pinar del Río y comenzó por Artemisa-, se paró y empezó a hablar, dijo: “esto no es un partido político. Esto es para pelear. Esto es para tumbar a Batista. Esto es un movimiento de guerra”. Entonces, salieron caminando unos cuantos, manifestó Guillermo, combatiente de la lucha clandestina, durante una entrevista realizada para este semanario años atrás.
Y, pese a no poder precisar la fecha exacta del hecho, señaló que tuvo lugar entre junio y agosto del 55. “Antes de concluir la reunión, pasadas las 3:00 de la tarde, Pepe Suárez informó que próximamente se convocaríaa otro encuentro, para presentar al responsable de Acción y Sabotaje en Artemisa.
“Por esos días fui, junto a varios compañeros, a San Cristóbal, y en una valla de gallos se constituyó el Movimiento. Como dos semanas después nos reunimos en Artemisa, en la azotea de la Academia Pitman, con otros jóvenes que se incorporaron y fue nombrado René Rivera (el Charro), como jefe de Acción y Sabotaje en el territorio”.
Posteriormente, se efectuó otro encuentro en la Logia Masónica, en el que se comunicaron los planes para desviar la atención de las fuerzas del régimen sobre las provincias orientales. La reunión aconteció antes de la salida de Fidel desde México con los expedicionarios del Granma.
Comenzaba entonces para estos jóvenes artemiseños una etapa permeada de constante accionar, más organización, riesgos que apenas la incipiente juventud lograba percibir, mucho coraje y dedicación, cuando todo momento fue a prueba de valor.

