Uno de los proyectos más importantes de todo ser humano es, indiscutiblemente, tener un hogar propio y seguro. En ese empeño de ver crecer paredes, echar a andar pasos sobre la frialdad de un camino pulcro, y arropar de protección el alma con su techo, a muchos les va parte de la vida.
La máxima dirección del país ha puesto su mayor empeño en construir una vivienda por día, y aliviar así la compleja situación con el fondo habitacional. No obstante, eso ha sido imposible de lograr en muchos lugares por las carencias conocidas, el impacto del bloqueo, e incluso me atrevo a decir, la poca búsqueda de soluciones pese a los recursos naturales a disposición.
En una de sus últimas visitas a la provincia de Artemisa, el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, chequeó el cumplimiento de indicadores del programa de la construcción en el territorio. De los 189 renglones establecidos, en ese momento solo se cumplían 37 (16%). Ello también se traduce en el poco aprovechamiento de residuales de canteras, entre otros materiales con los que la madre natura dotó a nuestra geografía.
Usted se preguntará: ¿y este reportero a dónde quiere llegar? Días atrás visitamos una fábrica de la que muy poco se habla, y por primera vez publicamos-con sobrado reconocimiento- en las páginas de este semanario.
Cerca de las cuatro de la mañana, cuando la frialdad todavía invade los cuerpos y es bastante difícil despegar el sueño de las almohadas, quince trabajadores acuden de lunes a sábados a su fábrica. No es de grandes producciones, apenas encuentras condiciones para trabajar en medio de tanto polvo, pero es notable el sentido de pertenencia que respiran quienes le ofrecen fuerza y corazón.
En el mismo centro del municipio, la fábrica de mosaicos, de Guanajay, perteneciente a la UEB Tomás Álvarez Breto, de Artemisa, se esconde entre la cotidianidad de su gente. Muchos desconocen su existencia, sin embargo de ahí se producen los mosaicos que adornan gran parte de las viviendas.
Operadores, ayudantes, mecánicos y un jefe de brigada son suficientes para hacer cumplir los planes previstos, pese a las pausas que deben hacer muchas veces en el mes, por causas ajenas a su voluntad. La capacidad de materia prima interrumpe de vez en vez el deseo, no obstante, ellos se mantienen allí.
“Yo me atrevo a decirte que pocos saben que esta fábrica está aquí. Somos un colectivo pequeño, pero el hecho de despertar bien temprano a diario, y sobrecumplir los planes, hablan del empeño con el que nuestras manos crean”, aseguró Gilberto Ramírez Ramírez, jefe de brigada de la fábrica.
“El encargo desde la puesta en marcha se basa en la producción de losas de mosaico (25×25) para su posterior comercialización en las tiendas de Ministerio del Comercio Interior (Mincin). En un primer momento teníamos tres variedades de color, y hoy –ante el complejo escenario económico- nos quedamos con una tonalidad: gris.
“La producción diaria está promediando los cien metros(m) de mosaicos y si no existen contratiempos con la llegada de la materia prima, a finales de mes el resultado es muy satisfactorio. Últimamente hay una ligera estabilidad en el suministro, pero no como nos gustaría, aunque conocemos la situación que presenta el cemento, el principal ingrediente para nosotros.
“Haciendo algunos cálculos podemos percibir que es positivo el ritmo que llevamos, y de no paralizar el flujo estamos en condiciones de entregar 1 500m de mosaicos, y creo que por encima de ese plan también”, aseguró Ramírez Ramírez.

Retribuir cada pizca de ímpetu
A simple vista se pueden percibir las pocas condiciones de trabajo en medio de tanto polvo. Es este un lugar donde es alta la probabilidad de padecer enfermedades respiratorias, sin embargo, nada parece ser más importante para sus trabajadores que alcanzar lo pactado. Apenas se mueven de sus puestos “para estirar los pies”, y algunos extienden el horario laboral en aras de garantizar las condiciones del día siguiente.
“Es envidiable ver cómo ellos son capaces de resolver los percances que ocurren. A veces están los domingos descargando una materia prima o en la noche, cuando deberían permanecer en casa para reponer las fuerzas”, destacó María Martín, técnica de Control y Calidad.
“Nadie calcula lo pesadas que son las prensas o lo incómodo de soportar el polvo en el cuerpo, pero ellos están ahí, sin pensarlo dos veces. Los resultados que tenemos, y los que tiene también la UEB responden a su humildad y voluntad por ser mejores y aportar”.
El salario básico no sobrepasa los 3 000 pesos moneda nacional, y aunque en tiempos de repartir utilidades cobran hasta seis mil, sigue siendo poco, comparado con la inmensidad que entregan. Eso sin sumar las interrupciones que les obligan a la pausa involuntaria.
Volvemos entonces al comienzo de este reportaje, intentando plasmar –una vez más- el sueño de que se cumpla el añorado propósito de levantar nuevas viviendas. Para esto será pertinente revisar las condiciones de trabajo, y poner los recursos donde verdaderamente se produce.