Los 70 años de aquella gesta, que si bien no marcó la victoria sí indicó el camino, se me advierten como el pretexto ideal para estremecernos, pues, esta no es ni la Artemisa de aquellas guardarrayas, terratenientes, niños desnutridos y escuelas privadas, como tampoco es aún la tierra soñada de prosperidad, valores, hermandad y compromiso que proclamaron quienes descansan en el Mausoleo.
Un plan de actividades propone la celebración entre actos y reconocimientos y se listan un grupo de obras para volver a cortar cintas, como es habitual en fechas históricas; sin embargo, al 70 del Comandante de la Revolución Ramiro Valdés, quien sigue en pie con aquel problema de la vivienda citado en La Historia me absolverá, le tenemos que poner todos nuestro poquito.
¿Qué podemos hacer por el Moncada 70 años después? En mi modesta opinión constituye la principal interrogante a no desestimar en los colectivos laborales, incluso en el barrio, ya que los CDR están en Congreso y esa impronta debemos aprovecharla junto a la entusiasta, a veces, FMC.
Esta no es una celebración más para Cuba, tampoco lo debe ser para Artemisa. Julio tiene que comenzar con ese murmullo de conspiración que unió a una cuarentena de jóvenes de estas tierras en 1953; pero esta vez, la convocatoria puede ser más en voz alta, en las calles, avenidas y aceras sucias y enyerbadas, que apenan teniendo a un costado un centro laboral en medio de tanto desaliño.
Más allá de banderas y consignas en telas blancas, miremos ¿cómo lucimos en el entorno? ¿Todo depende de miles de pesos, o basta con hacer, si rememoráramos los humildes bohíos de muchos de los mismos moncadistas, con pocas luces y ningún lujo, pero relumbrantes de limpieza?
Esa solo es en parte, una mirada hacia las transformaciones visibles, hacia la imagen del municipio cabecera, y de una provincia que no podemos dejar que se deteriore, a pesar de comercios sin servicios, parques deshabilitados, y otras puertas cerradas.
Sin embargo, más allá de rejuvenecer y revolucionar nuestros 11 municipios, lo que más le debemos al Moncada, y también a ese otro hijo artemiseño Ramón Pez Ferro, de Candelaria, quien celebra el aniversario 70 de la gesta, es volver una y otra vez sobre los pasos de la historia.
¿Qué hicieron, cómo y en qué contexto? ¿Qué hacemos hoy, cómo y en qué contexto? Comparémonos, salvando las distancias, con los muchachos del Moncada, con aquellos chicos enamoradizos, que jugaban descalzos frente a sus casas, pero mirémoslos a todos desde el más joven de ellos, Pez Ferro, que con solo 19 años acariciaba una idea fija a la cual siempre le ha sido fiel, y un paradigma a seguir: Fidel.
Los 70 del Moncada son una oportunidad, un motivo. Pudiera ser la fecha para establecer compromisos o para cumplirlos; para marcar un antes y un después; para volver o visitar por primera vez el Mausoleo a los Mártires de Artemisa con nuestras rutas por la historia; para vivir el verano diferente, pues a pesar de las carencias, hay muchas reservas; solo nos falta ser más ingeniosos, creativos y empáticos. !Hagámoslo por los muchachos del Moncada!