Hace más de tres décadas los Joven Club de Computación y Electrónica se integraron a la familia cubana, con un gran impacto en la sociedad y en la cultura, al fomentar el proceso de informatización.
Aún recuerdo cuan salvador resultó para mí este espacio, en tiempos en los que estudiar ya no se concebía sin un necesario acercamiento a las Tecnologías de la Información y la Comunicación -tal como sucede en la actualidad-, solo que en aquel momento comenzaba a cobrar mayor fuerza la tendencia y no todos disponíamos de una PC en nuestro hogar (como también ocurre ahora).
Cuanta posibilidad existiera de acceder a esas instalaciones fue un refugio seguro para disponer de una herramienta esencial en mi formación profesional, y de las cuales, incluso, salieron mis primeros trabajos periodísticos.
Entonces, sobre todo los fines de semana, no eran pocos los niños con los que coincidía desde bien temprano cuando abría el Joven Club más cercano. Allí, encontraban un sitio para el esparcimiento y juntos disfrutaban la experiencia; otros tantos se sumaban en el transcurso del día.
Hoy, la realidad es otra, al menos en Mariel. Muchos infantes miran con añoranza estos centros, incluso, aquellos que disponen de la tecnología al alcance en casa, quienes no se limitaban a ser parte del peculiar encuentro. El tiempo ha hecho de las suyas y la disponibilidad de máquinas no es la misma de otrora, al hacerse inminente su deterioro y no avizorarse la oportunidad de reponerlas.
Mariel cuenta con tres Joven Club: dos en la cabecera municipal y uno en el Consejo Popular Cabañas. En total, suman 39 PC, de las cuales 28 están rotas; entre las restantes se incluyen los servidores, las máquinas empleadas por cada equipo de trabajo y tres arrendadas a la Empresa Provincial de Mantenimiento a Áreas Públicas (al iniciar con las restricciones derivadas de la Covid, el alquiler de computadoras a entidades).
Ante tal escenario, se valen de los recursos disponibles para prestar los servicios; así lo confirman trabajadores con los que intercambié en el Joven Club Mariel 1. La obtención de la licencia del antivirus Segurmática y las actualizaciones, son de los más demandados; también, acometen la descontaminación de dispositivos, acciones de asistencia informática, la descarga de Mi Mochila, entre otras actividades.
Desde el pasado marzo trabajan de conjunto con el Registro Civil, apoyando el proceso de solicitud de las certificaciones. En la capacitación, han incursionado en la modalidad online mediante dos grupos de WhatsApp por los que imparten cursos y conferencias.
El vínculo con los centros educativos es otra de las acciones incentivadas: en el centro mixto René Arcay tienen círculos de interés; potencian el trabajo con estudiantes de Informática del IPOL Juan Manuel Castiñeiras y ofrecen conferencias en el IPU Pedro Ángel Delgado Carcache. Para el verano, reservan la II Feria Tecnológica, espacio en el que también promocionarán la plataforma de videojuegos Ludox.
Entre las perspectivas –a las cuales no renuncian- promueven el servicio de alquiler del local y del parque exterior del Joven Club Mariel 1, que dispone de conexión WiFi; pretenden establecer alianzas con el proyecto de desarrollo local GEDSIN (Gestión y Desarrollo de Soluciones Informáticas) y con la Zona Especial, en la búsqueda de posibles mejoras.
Si bien no resulta insignificante cuanto hacen, teniendo en cuenta las condiciones actuales, el escenario al interior del Joven Club dista del de antaño. Se aproximan las vacaciones y aunque el ánimo de los trabajadores es intentar rescatar alguna PC con cuanto pueda aprovecharse de las que están en desuso, a fin de brindarles opciones a los niños, esta no es la solución para que los Joven Club continúen siendo “la computadora de la familia cubana”.