Yoel Duvergel Neira tiene una pasión que lo acompaña desde pequeño: subir al ring. Ver de frente al rival y desafiar los pronósticos son su día a día. Caimitense de nacimiento, asume el boxeo desde la disciplina y el entrenamiento diario. A sus 22 años, se coronó campeón en más de 91 kilogramos, durante los Juegos del ALBA, en Venezuela.
“Entreno desde los seis años. Comencé en mi pueblito con mi profesor Ruber, que me llevó hasta la Eide. Allí estuve cuatro años, hasta integrar el equipo nacional juvenil cuando cursaba el noveno grado, y en 2019 ingresé a las filas de los Domadores de Cuba”.
Su trayectoria la avalan preseas en la categoría escolar y la juvenil. Actualmente es subcampeón nacional. Los juegos del ALBA se convierten en termómetro para nuevos retos.
“Me sentí muy bien. Tenía buena preparación. Una de las peleas más complicadas fue precisamente la primera, frente a un ruso que es bronce olímpico, el oponente más fuerte en la competencia; ganar me hizo sentir cómodo.
“Estuve centrado en el triunfo, viendo la victoria, razón por la que entrenas, te levantas y sacrificas cada día”.
La medalla en el pecho, el éxito en cada salida, el camino a la clasificación, cada gota de sudor en el combate, los golpes, un poco de miedo… y el ring en el centro de su universo. Pero todo inicia un poco antes, justo en el corazón de los Domadores de Cuba.
“En la escuela la preparación es intensa y muy completa. De lunes a sábado, corremos, entrenamos, y no solo lo físico, sino también lo psicológico, esencial para un boxeador”.
Entre sus referentes indiscutibles está Julio César la Cruz, capitán del equipo. “Es un ejemplo a seguir, un ídolo para nosotros. Nos acompaña. Nos anima. Nos da consejos”.
El futuro trae buenos augurios. Duvergel es un púgil fuerte. Su regreso no significa descanso; le espera el torneo Playa Girón, principal certamen pugilístico de Cuba, e igual pretende clasificar a los Juegos Centroamericanos y a los Panamericanos que se celebrarán este año.
“Me siento listo y voy rumbo a París 2024”. No se imagina solo boxeador, así que iniciará la Licenciatura en Cultura Física, con el apoyo de la familia.
“Sin ella nada hubiera sido posible. Cuando me fallan las fuerzas o he pensado rendirme, están ahí. No me alcanzan las palabras de agradecimiento para mi mamá; es mi motor impulsor, la verdadera medallista”.
Este destacado púgil seguro regresará a las páginas de el artemiseño, quizás, incluso, como campeón olímpico.