Un triunfo muy especial pueden celebrar ya los Cazadores, pese a las dos derrotas de hoy ante los Gallos de Sancti Spíritus: su afición los defiende a capa y espada, tanto en los estadios como en las redes sociales. A mí, que me cuento entre ellos, me satisfacen esas enconadas peleas, por la confianza y la identidad con el equipo.
Facebook se convierte en una extensión de cuánto sucede en las gradas del 26 de Julio: la gente de Artemisa va en busca de ese festín de los bates, tan habitual este año entre los muchachos de Yulieski González; sin embargo, todos los días no son de fiesta y, a veces, los nuestros igual son apaleados. Entonces, cobra vida el debate.
Precisamente este martes, tras el nocaut 12-1 y el revés 7-6, apocalípticos y defensores se enconaron en una discusión sobre el momento de los artemiseños. Unos vaticinan que ya se les acabó la gasolina. Otros la emprenden contra el director, por no cederle la base o lanzarle mal a Cepeda. Y los más repiten mensajes de fe, de que sí se puede.
En Cuba, cada aficionado se siente mánager y experto en estrategias. Pero en béisbol, como en cualquier deporte, dos más dos no siempre resulta cuatro. Si así fuera, ganarían siempre los favoritos, sin necesidad de disputar 75 partidos. La pelota es como la vida, rica en matices.
Por eso los Cazadores, aun con uno de los más altos promedios de carreras limpias permitidas en el campeonato, están entre los primeros puestos. Porque han bateado desaforadamente y anotan más. No obstante, las estadísticas nos lo recuerdan; sus lanzadores también han recibido tremendo castigo de los rivales.
Cepeda es un símbolo y un peloterazo temible mientras empuñe un madero en el cajón de bateo. Su carrera no terminó. Lo demuestra sobre el terreno, no solo con los dos jonrones de hoy sino con números que ya muchos querrían.
Desde luego, hay que picharle; ni las bases se regalan en cada ocasión… ni nadie bota la pelota más allá de las cercas en cada turno al bate. Eso sí, exige cuidado en la colocación de los lanzamientos.
Además, estoy seguro:Yulieski pudo haberse equivocado, y le queda todavía por equivocarse. Cuando no erró fue el día que aceptó tomar las riendas del equipo. A partir de ese instante, superó cuanto imaginaban escépticos y defensores.
Y, como nadie puede vencer siempre, tampoco lo hicieron las Avispas de Santiago ni los Vegueros de Pinar; de modo que seguimos a juego y medio de la cima, empatados ahora con los Tigres de Ciego de Ávila, en tercero y cuarto puestos.
Particularmente, yo sigo confiando en esta generación de Artemisa, que cada día gana más y más seguidores.