4 de abril, la mañana
ha sido cada segundo,
la más bella para el mundo
de la juventud cubana.
Se despertó la sabana
con una canción de gesta,
dirigida por la orquesta
de jóvenes y pioneros,
los únicos herederos
promotores de la fiesta.
Hermoso 4 de abril,
mi Patria como ninguna,
se despertó envuelto en una
larga sonora infantil.
El cielo como de añil
parece que se ha teñido.
El Sol rojo y encendido,
más bello que nunca está
y a cada niño le da
gracias por haber nacido.
Es una virtud nacer
en un mar de pañoletas,
que son como las siluetas
del Sol al amanecer.
Agrada verles crecer
en el mundo que han soñado,
con el firme y renovado
aliento que los mantiene,
sabiendo que Cuba tiene
su relevo asegurado.
Los niños como relevos
de los jóvenes actuales,
tendrán las fuerzas vitales
de pinos viejos y nuevos.
Serán continuos relevos
de los que tanto habló el Che,
jóvenes humildes que,
imitando el Caguairan,
han sido, son y serán,
como una esperanza en pie.
Renito Fuentes Cintado (Uneac)