Esta vez los Leones sí rugieron. Mostraron sus garras. Se fueron arriba en el marcador más de una vez; incluso lograron una ventaja en las postrimerías que parecía definitiva. Usaron a su mejor pícher (Maykel Taylor) y a un cerrador de lujo como Andy Vargas.
Pero ni eso pudo contener a los Cazadores, que vinieron de abajo una y otra vez. Los pupilos de Yulieski González jugaron con alegría, con ganas, con una confianza de verdaderos campeones.
No sé en qué lugar se ubicarán al concluir la 62 Serie Nacional de Béisbol; solo sé que están jugando como para ceñirse la corona.
Así concretaron una barrida histórica sobre el equipo más grande de la pelota cubana. ¡Fueron 64 carreras en cinco partidos! Los escépticos podrán objetar que los Azules están en mal momento; sin embargo, sus adversarios previos no pudieron castigarlos de manera tan arrolladora.
Yo veo a una Artemisa crecida, que no cree en rivales ni en remontadas imposibles. Veo a dos lanzadores consagrarse y al resto del staff presto a madurar a su lado. Veo a Dayán contagiando de amor a la camiseta a sus compañeros. Veo maderos encendidos y difíciles de apagar, de Cortico, Solano, Tejera, Pacheco, Cosme…
Veo ilusión y ganas, coraje y garra. Estos Cazadores no se rinden. Se premian a sí mismos al jugar al béisbol con esa determinación. ¡Vamos, muchachos! ¡Toda Artemisa está con ustedes!