Fundada hace casi 90 años, Alcohólicos Anónimos (AA) es una comunidad de apoyo internacional para aquellas personas con un problema de alcoholismo. Actualmente existen más de 100 000 grupos en cerca de 180 naciones. En 2019, fue reconocido en Cuba, por el Ministerio de Salud Pública, como una organización no gubernamental, sin fines de lucro.
Libre de distinciones de ningún tipo, religiosa, étnica, o de género… pretende mediante el intercambio de experiencias de sus miembros visibilizar y desvelar los varios ángulos de la enfermedad: crisis, recaídas, rehabilitación y recuperación parcial. Y digo parcial porque es un padecimiento tratable, pero incurable, reconocido como enfermedad desde 1950.
A través de la terapia de grupo y el sostén psicológico por parte de familiares, amigos y profesionales de diversos sectores, estas personas llegan a encontrar un poderoso soporte para conseguir y mantener la sobriedad, que se traduce en la restauración de la familia, el trabajo y una vida digna.
Incluso, existen organizaciones como Al-Anon y Al-Ateen que prestan asistencia a los familiares y amigos de alcohólicos. Son Grupos de Familia que cooperan con terapeutas, orientadores y otros profesionales para ese fin; pues está demostrado que el círculo cercano al enfermo se daña tanto como él mismo.
En Caimito, Artemisa, existe el único grupo activo del Occidente cubano -aparte de La Habana- del cual es guía y defensora hace más de una década la psicóloga Libertad Herrera, considerada entre los miembros como un ángel salvador, que pone en palabras la certeza científica de una enfermedad tan destructiva y desafiante como el alcoholismo.
Envidiablemente autónomo, en este grupo, cada integrante asume el aporte -de acuerdo a sus ingresos-, que se destina a las necesidades internas del grupo. Y aunque ocupan un local compartido con los CDR, pues el contiguo a la Iglesia les fue retirado, su presteza y compromiso ha logrado la sostenibilidad y fraternidad, sin dejar de hacer valer sus principios, como la discreción y el respeto.
Están disponibles todos los días, pero cada domingo a las 2 p.m. la comunidad celebra una reunión, sita en avenida 41, # 3628, e/ 36 y 38, con horario sagrado -alarma incluida- que marca los distintos momentos de la sesión, incluido el agradecido cafecito. Sus testimonios son, sin lugar a dudas, el momento álgido del encuentro que conmueve hasta la médula, pero a la vez, repara.
Doble A, es una necesidad social, y acaso, una gran deuda en muchos territorios. Es una vía, un camino que pone en manos del enfermo las herramientas oportunas para abandonar la adicción. Es fe, amparo, propósito, alternativa, consuelo, esperanza… -y la lista se extiende- para aquellos que han concientizado que tienen un problema con la bebida. Doble A les muestra que hay una opción y no todo está perdido.
Muchas personas ignoran, y otras quieren ignorar AA, por el estigma que supone ser alcohólicos, y la segregación o marginación, no son soluciones.
Si Alcohólicos Anónimos crece, la sociedad gana.
Testimonios de miembros caimitenses:
“El Alcohol es un depredador de personas… cuando ingresamos a AA teníamos color cianótico, estábamos demacrados, flacos… no solo impacta en lo social, claro, el prestigio moral lo tira por el piso. Es simplemente la enfermedad de las pérdidas, primero, la pérdida de control sobre la manera de beber, y detrás, se pierde la vergüenza, dinero, casa, familia… la vida.”
“El alcohol tiene tres consecuencias básicas: prisión, manicomio y cementerio. Incide en la economía, pero también en lo psicológico, en la familia, porque la sustancia se pone por encima de todo.”
“El alcohol tiene consecuencias no solo en el que lo consume, también en los demás. Está detrás de muchos de los accidentes de tránsito, violencia doméstica, robos, conflictos callejeros… El alcohol es considerado una droga blanda, la venden en todos los lugares, cualquiera tiene acceso a una botella, no es como otras drogas, y pasa que nos confiamos, ahí está el peligro.”
“La cruz de la sobriedad está constituida por: casa, trabajo, diversión y AA, que hay que mantener equilibrado, en una balanza donde estos cuatro puntos pesen lo mismo. Su desconocimiento provoca una “borrachera seca”, aunque no beban acatan una serie de defectos de carácter, ira, resentimiento, mentira, pereza… Su función es compensar ofrecer estabilidad al enfermo para resistir y mantenerse sobrio.”
“Qué tranquilidad yo sentí cuando me dijeron que yo era un enfermo, no un descarado; porque el alcoholismo es una enfermedad, que no tiene cura y es ingobernable. Mi lucha por venir aquí es para no darme el primer trago, que es el que me hace daño. Llevo 11 años aquí para no darme ese primer trago. Todos los hermanos que se han ido de aquí, están muertos o bebiendo.”