¡Qué bueno vivir para ver la obra de gente fiel a lo que ama! ¡Visitar un día cualquiera de entrenamiento el gimnasio de algún municipio (que no abundan en el país), y encontrar estampas o escuchar sus maravillas!
Vi a un profesor llegar a la instalación en su carro particular lleno de niños, a quienes fue a buscar uno por uno a sus escuelas. Escuché a una gloria deportiva que le parece insignificante viajar todos los días de Candelaria a San Cristóbal (al dedo), si sus saberes ayudan a materializar las ilusiones de nuevos campeones.
Ramón Gil Vargas, campeón en Checoslovaquia 1989, lleva el boxeo en la sangre. “Siempre me ha gustado, y me he dedicado a él. No he tenido hijos varones, pero los niños que están aquí son como mis hijos y, cuando uno ve que las nuevas generaciones salen adelante, le satisface mucho”.
Así otro profe, y otro y otro, tienen muy clara la misma respuesta. “Es lo que hemos hecho durante mucho tiempo, lo que aprendimos de nuestros formadores y agradecemos, lo que nos hace sentir bien”.
Gil, José Luis Rivero, Sergio Martínez Álvarez y Silvestre Silvio Arrebato son de los cubanos imprescindibles, cada uno con 24 niños a entrenar, más el trabajo con aficionados al deporte de otras edades.
Da gusto presenciar la clase y vivir la emoción de la despedida: saludos y entusiasmo como entre padres e hijos.
Hablamos de un gimnasio sede de no pocas competencias provinciales (entre los tres de este tipo en Artemisa), el único con gradas, debido a la autogestión de sus anfitriones, la constancia de mantenerlo siempre en buen estado y la calidad de la práctica cotidiana.
Por supuesto, lo mejor de todo es el resultado de tanta buena voluntad: el aprendizaje de los niños, la pasión, la energía, la disciplina y detalles que marcan diferencias.
Allí está Gil, con las cuatro letras de Cuba sobre el uniforme en su espalda. Por ellas suspiran quienes reparan en lo que entraña representarlas algún día, mientras el hombre que merece llevarlas ajusta los guantes y la cabecera a cada promesa de boxeador sobre el ring.
Desde hace 12 años, los cuatro profesores trabajan con infantes y adolescentes para desarrollar en ellos la técnica y habilidades que requiere la disciplina, y pudieran convertirles en atletas de alto rendimiento.
Más de 100 pequeños aspirantes de todas las categorías infantiles, desde la 9 y 10 hasta la 15 y 16, además de la juvenil, entrenan allí.
“Nosotros hacemos las captaciones. Vamos a las escuelas ya con un convenio entre el combinado y Educación. Atraemos a los niños que estén interesados en practicar el boxeo y tengan las condiciones necesarias, tanto en primaria como en secundaria, para las categorías pioneriles y escolares. También algunos padres acuden al gimnasio, cuando sus hijos desean acercarse a este deporte”, comenta Arrebato.
Se trata de un área deportiva muy estable, ganadora del primer lugar provincial durante ocho años y con aportes sostenidos a las competencias nacionales.
A cada logro contribuye la familia de los pupilos y el combinado deportivo urbano, por la atención y el apoyo.
Han gestionado poner al sitio el nombre de Ángel Milián, un grande del deporte de los puños en la región y el país.
“Nosotros fuimos los primeros atletas de este gimnasio y, en correspondencia con el legado de profesores como Julián Basilio Reinoso (el contento), debemos seguir sacando atletas y creando campeones”, afirma José Luis Rivero.
“Para contrarrestar la escasez de medios, hacemos un trabajo por estaciones entre los cuatro entrenadores, cada uno en distintas áreas: uno sobre el ring, otro frente a los aparatos, y siempre hay dos dando la escuela del boxeo, los primeros pasos en cuanto a posiciones de combate y desplazamientos”, amplía Silvio Arrebato.
“También nosotros mismos pintamos el gimnasio y reparamos lo que se rompe, muchas veces con la ayuda de profesores de otros deportes”.
Los profesionales del gimnasio municipal de San Cristóbal y sus muchachos tienen mucho que celebrar. Aportaron seis nuevos estudiantes a la Escuela de Iniciación Deportiva (Eide), y obtuvieron la sede de las competencias provinciales en la categoría 11 y 12. ¡Medalla de oro para tanto empeño y pasión.
