Ellos no vibraron con un discurso; tampoco le vieron bajo un ciclón, salvando a su gente, o de frente a las balas cuando un país enemigo amenazó la soberanía cubana. Mucho menos compartieron con él en la Sierra, el Granma o el Moncada.
Para los niños cubanos de hoy, el nombre de Fidel es recurrente en escuelas y en la memoria histórica de este pueblo. Pero no bastan las anécdotas.
Conocer en toda su dimensión al líder requiere un contacto más íntimo, más personal; implica ir a las raíces y comenzar por aquel niño de Birán hasta llegar al gran estadista, revolucionario y ser humano que fue el líder de la Revolución cubana.
Con el propósito fundamental de estudiar y difundir el pensamiento, la obra, la vida y el ejemplo del líder histórico, nació el 25 de noviembre de 2021 el Centro Fidel Castro Ruz, donde destaca el uso de tecnologías atractivas que facilitan el aprendizaje y llaman la atención de niños y jóvenes sobre todo.
Hasta allí llegó parte del colectivo de el artemiseño para acercarnos, en poco más de dos horas y muy apretada síntesis, a la vida de Fidel, ligada indisolublemente a los momentos más épicos de Cuba, desde mediados del siglo pasado hasta los primeros años del XXI.
De la mano de Julio César Hernández Díaz, transitamos por las nueve salas museables. Aunque por las restricciones propias de la pandemia, fue imposible interactuar directamente con la tecnología, el especialista nos mostró parte de la información disponible en las pantallas táctiles, y disfrutamos de un audiovisual que, simulando un videojuego, resume las acciones en Playa Girón, desde la invasión hasta la victoria.

Puede sentirse en todo momento también la presencia de Martí, como guía inspirador de Fidel. No es casual entonces ese vitral tan llamativo donde las figuras de ambos parecieran fundirse, y uno se convierte en el otro y así, sucesivamente, de la misma forma orgánica en que un día se fundieron sus ideales pese a la distancia en el tiempo.
La primera sala museable, decorada al estilo de lo que fuera la casona donde se ubica el centro, atesora medallas y regalos que recibió Fidel, siendo el más notable un busto en bronce del líder, único existente en Cuba, obsequiado por el presidente chino Xi Jinping al Comandante en Jefe en julio de 2014.
De ahí se mueve el visitante por diferentes salas: inicia por el Fidel niño y transita por toda su vida, desde los primeros estudios hasta llegar al Moncada, el Granma, la Sierra y la Revolución en el poder, con posibilidad incluso de escuchar sus discursos.
La biblioteca Sierra Maestra, la sala multipropósitos La Plata y el área interactiva Birán, donde encontramos el yipi descapotable que usó Fidel en los primeros años de la Revolución para moverse por el país, completan este centro.
La jardinería tampoco es casual. Resume la solidaridad y el internacionalismo de Fidel, al estar presentes plantas típicas de Cuba y de otros lugares del mundo, a cuya información se puede acceder mediante pantallas táctiles. Medio centenar de bancos con puerto USB permiten al visitante descansar mientras carga su dispositivo móvil o accede a la Wifi.
Una sala para exposiciones transitorias, un anfiteatro y una imprenta complementan esta casona, ideal también para el estudio y la investigación.
Pero 90 años de vida intensa no pueden resumirse en dos horas. Por eso al Centro hay que volver siempre, para conocer y entender a Fidel, que es conocer y entender las esencias de nuestra lucha y resistencia.
Descubrírselo a las nuevas generaciones, mostrarles al hombre, al líder, al amigo, al impulsor de la solidaridad y al guerrillero, de frente a las balas siempre que fue preciso, es deber y necesidad.