Hoy inicia oficialmente la temporada ciclónica en Cuba, y los pronósticos no son muy alentadores: la probabilidad de que sea afectada al menos por uno de estos sistemas es alta, con un 85%; también se estima elevado el impacto de al menos un huracán (60%).
Ante el peligro inminente para nuestra región, conversamos con el meteorólogo Jorge Félix Hernández Capote, quien aludió a meses de gran actividad, debido a anomalías de agua fría en el Océano Pacífico Ecuatorial por el evento La Niña, unido a la presencia de aguas cálidas en la zona del Caribe, el Atlántico Occidental y el Golfo de México.
“Una de las preguntas más recurrentes aborda si una tormenta tropical, ciclón o huracán pasaría cerca de donde vivimos, un poco sugestionados por las previsiones, algo difícil de responder, porque hasta el momento tenemos modelos que no determinan un punto o región exacto.

“Cuando hablamos de pronósticos a corto plazo (3-5 días), existe menor margen de error a la hora de emitir un criterio sobre trayectoria o intensidad. Apenas comienza la temporada que se extiende hasta el 30 de noviembre, y sí podemos precisar que las mayores afectaciones sucederán entre agosto y octubre, como es habitual.
“La provincia de Artemisa está en una zona impactada climatológicamente por ciclones tropicales. Los recuentos históricos nos permiten recordar la incidencia de las tormentas Laura e Ida en los últimos años, que dejaron serias afectaciones en San Cristóbal y Bahía Honda, pese a no ser de alta intensidad.
“Tenemos zonas vulnerables a la acción del mar, uno de los fenómenos meteorológicos más peligrosos asociados a los ciclones. También están las áreas bajas, donde la lluvia pudiera provocar inundaciones y el viento la caída parcial o total de viviendas en estado regular o mal.”
La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), agencia científica de Estados Unidos, vaticina una actividad de huracanes por encima de la media este año, lo que la convertiría en la séptima temporada consecutiva por encima del promedio.
Además de mantenerse informada sobre la ocurrencia y posible trayectoria, mediante las instituciones destinadas a tales fines, la población ha de revisar sus planes de emergencia individuales y grupales, pues basta el impacto de un ciclón en un territorio para que sea considerada una temporada activa.
Ya está ante nosotros una amenaza potencial para la sociedad, la economía, e incluso la vida de las personas. No queda otro remedio sino permanecer alertas.
