El amor es la mejor medicina para el alma. No por manida resulta menos cierta esa idea. Quienes estábamos la tarde de este viernes en la Casa de Niños sin Amparo Familiar de San Cristóbal, pudimos experimentarlo.
Como ya es habitual, dirigentes de la Unión de Jóvenes Comunistas y la Organización de Pioneros José Martí, en la provincia y el municipio, llegaron hasta el centro para agasajar a los 17 niños que viven allí, a propósito de las celebraciones por los aniversarios de ambas organizaciones, el próximo 4 de abril.

Y lo que algunos pudieran imaginar como una actividad protocolar, resultó todo lo contrario: un espacio colmado de espontaneidad, risas y algarabía propias de los infantes, bajo la batuta de las payasas Maravilla y Margarita, pioneras de la escuela Irma Echeverría.
Con adivinanzas, trabalenguas, música, baile y juegos de participación, ellas animaron la fiesta, dejando a un lado la timidez inicial de los anfitriones. Fue un espacio de disfrute para todos, incluso para los adultos, quienes si bien en su mayoría nos encontrábamos allí en funciones de trabajo, sentimos la felicidad de poder acompañar a los muchachos en su festejo, de verles sus rostros iluminados.
En el empeño por alegrar la vida de los 17 niños confluyen muchas personas, no solo desde instancias de gobierno, instituciones u organizaciones políticas y de masas, sino también trabajadores por cuenta propia de la localidad como Issac, Raquel u Odilia, prestos a ayudar siempre en todo lo posible.
Los niños vivieron una tarde diferente, nosotros los adultos, también. ¡Cuánta satisfacción reporta dar y recibir amor! Ahora recuerdo la frase martiana de que solo el amor engendra la maravilla, y otra guevariana, muy atemperada a los momentos actuales: “Que la dureza de estos tiempos no nos haga perder la ternura de nuestros corazones”.