El gran sueño de Yeimara Carballo era conocer a su padre, quien se encuentra recluido en La Habana. La niña vivía en San Cristóbal, y debido a la baja solvencia económica de su familia, se hacía casi imposible visitarlo.
Por si fuera poco, también se acercaban los 15 años, e imagino la zozobra de todos en casa con tal de que ella pudiera festejar la fecha lo mejor posible.
Esos anhelos pusieron en guardia al grupo de prevención del municipio. Sus integrantes hicieron las coordinaciones, de modo que Yeimara pudiera acercarse a su progenitor y festejar el cumpleaños como merece.
De la gratitud de esta artemiseña nos cuenta la primer teniente Yudeisy Alfonso Castro, oficial del Sistema de Atención a Menores de 16 años en la localidad de mayor extensión territorial en la provincia. Graduada de la Universidad del Ministerio del Minint y tras cuatro años de ejercicio profesional, asegura que su labor consiste en “detectar a tiempo problemas en la conducta de niños y adolescentes”.
En esta disciplina, que cumple este año su aniversario 60, se impone el vínculo constante con los factores de la comunidad, la participación de maestros, líderes sociales y afectivos que puedan contribuir, mediante actividades y acciones educativas, a salvar a ese niño.
Y aunque a veces, “el menor llega a la escuela de conducta, o a la de Formación Integral en la capital, después de incurrir en faltas graves o desviaciones de la actuación, cuando sale logra reincorporarse a la sociedad”.
Alfonso Castro insiste en la unidad entre organizaciones de masas, direcciones municipales de Trabajo, Educación, Vivienda, Salud, Cultura, Deportes y la Fiscalía Municipal, que en San Cristóbal acuden a barrios vulnerables.
“Allí detectamos y tratamos de aliviar necesidades económicas, historias de abandono o descuido; casos sociales, personas desvinculadas del trabajo, a los que ofertamos opciones laborales”.
Esta es una de las especialidades más complicadas, afirma la primer teniente, “debido a la importancia de trabajar con la familia en acciones preventivas, escuelas de padres, charlas, dinámicas y diversas técnicas que puedan contribuir a mejorar sus alternativas de vida”.
Para quienes se consagran a esta humana labor “no existen horarios”, asegura el mayor de la reserva Lorenzo Ramírez Ricardo. “Nos convertimos en consejeros y trabajadores sociales, pues nunca han de faltarnos conocimiento, estabilidad emocional, capacidad de infundir amor y respeto, y jamás identificarnos con rasgos de agresividad. “Debemos escuchar todos los criterios y evaluar posibles soluciones”.

Siempre le llamó la atención por qué el ser humano desvía su camino, aun criado en un entorno afable. Primero se hizo maestro en la escuela de formación Antón Makarenko. “Admiraba los éxitos del eminente pedagogo soviético en el manejo de niños con alteraciones en la conducta”, de ahí que decidiera estudiar defectología.
Años después ingresó al Minint y culminó la especialidad de atención a menores en su Instituto Superior. Cuenta Lorenzo que lo ubicaron a trabajar en Artemisa, donde estuvo al frente de la actividad en la región compuesta además por Mariel y Alquízar.
En su diálogo insiste en la relación entre elementos biológicos, psicológicos y sociales que definen el carácter, además del impacto de la violencia directa o indirecta sobre la personalidad.
“Corregir la conducta requiere tiempo y mucho esfuerzo”, sostiene, y alerta sobre los retos de las nuevas tecnologías de la comunicación, que facilitan el consumo de pornografía y contenido inapropiado.
Asimismo, subraya el valor del proyecto del Código de las Familias en la atención a menores, “por su capacidad de responder a disímiles situaciones.
“Introduce el concepto de defensoría familiar, institución del Ministerio de Justicia surgida en un contexto crucial, establece que los delitos contra la infancia no proscriben, anuncia la ejecución de sanciones contra agresores y el cambio de la Patria Potestad por responsabilidad parental”.
Más de 20 años de desempeño en el sector le permiten afirmar que “hay que convencer y aplicar la ciencia en el estudio de cada caso”. Desde su sensibilidad y amor, ambos oficiales resguardan el futuro.