Desde noviembre, la primaria Javier Novo Miranda, en El Bejerano, exhibe una imagen renovada. El cambio de la cubierta, la carpintería mejorada y una cerca perimetral para delimitar el espacio de la escuela, benefician a alumnos, padres y docentes.
Ante los ojos del visitante y para regocijo de quienes habitan en esa comunidad vulnerable de Alquízar, resalta también la reparación del consultorio del médico de la familia y la bodega mixta (bodega, cafetería y carnicería).
“Avanzamos en la solución de problemas en el fondo habitacional, al terminar seis subsidios: dos de rehabilitación y cuatro células básicas habitacionales, además de un inicio y desarrollo a cargo de la UEB de Mantenimiento Constructivo del municipio, igualmente llevada a término, informa Pedro Vázquez, presidente del consejo popular Dagame, donde están ubicadas.
“De 397 viviendas en el barrio vulnerable, aún cinco permanecen en mal estado y tres regular, condición que trataremos de revertir en próximas etapas de trabajo” agrega Vázquez.
Más adelante, planean activar la cancha de básquet de la escuela, construir un terreno de fútbol y habilitar una juguera, atendida por un cuentapropista en el propio jardín de su casa.
Sin embargo, las soluciones a dificultades de carácter económico-material deberán ir a la par de los avances en el orden social, porque una comunidad también es vulnerable cuando sobreviven de manera negativa incidencias sociales de tipo físico-ambiental.
Camino a la transformación
Para mejorar la calidad de vida de los pobladores, a partir de la solución de problemas sociales, constructivos y de servicios, Artemisa avanza en el programa de atención a los barrios socialmente complejos o vulnerables.
Andrés Ligoña Díaz, director general de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno Provincial, comenta que intervienen en 38 comunidades, pero no son las únicas.
El presupuesto estatal prevé un respaldo de 48 millones de pesos, a razón de 1,2 millones (aproximadamente) por cada barrio vulnerable, con tal de impulsar la transformación al interior de esos asentamientos.
Aun así, no todos los barrios muestran avances sustanciales. De la mano del programa, en la provincia solo exhiben adelantos Mariel, Alquízar, San Cristóbal, Guanajay y San Antonio de los Baños, revela Ligoña Díaz.
Perteneciente al municipio cabecera, en la comunidad El Chalet un número considerable de viviendas ni siquiera reúne condiciones para el habitable. Aunque cuentan con servicios esenciales como agua y corriente eléctrica, los problemas con el bajo voltaje no permiten acceder a un servicio de calidad.

“Los equipos electrodomésticos no aguantan. Y los niños van a la escuela con el uniforme estrujado”, señala Van Thuan Pérez, delegado de la circunscripción 16.
“Hace cuatro años planteo el tema a cada paso, ¡y no se hace nada! Los funcionarios de la Empresa Eléctrica vinieron, dialogaron con la comunidad, abrimos a pico y pala los huecos, pusieron cuatro postes, pero seguimos en las mismas”, enfatiza Thuan Pérez.
Los asentamientos más atrasados en la solución a problemas de índole económico-material dependen de la licitación de vías de financiamiento, explica Ligoña Díaz. No obstante, se avanza en el orden social con la incorporación al trabajo de los desempleados, la dispensarización a los enfermos y la activación del delegado en los lugares donde no existía, agrega.
En ese empeño de refundar con dignidad, incluso con el apoyo gubernamental, aún quedan escollos impuestos por la burocracia y la desidia.
Avanzar en la construcción de la infraestructura básica, reestructurar el tendido eléctrico y, entonces, legalizar viviendas con el estatus de habitable, se revertirán en una mejora considerable para los pobladores de El Chalet.
Reparar locales y almas
Nuestro equipo igual llegó hasta San Jacinto, uno de los cinco barrios declarados vulnerables en Mariel. Allí coincidimos con la jubilada Silvia Rodríguez Duquesne.
“La comunidad agradece cuanto se ha hecho en la escuela. Ahora tenemos un parque, mejoraron las condiciones en el alumbrado público y jóvenes desvinculados se incorporaron al trabajo. Actualmente se labora en el remozamiento de la bodega, la parada y el consultorio”, afirma.
“Sin embargo, persisten problemas derivados del deterioro del fondo habitacional, a los cuales se suma la situación de los caminos”, añade.
Próximamente, debe incidirse desde el punto de vista constructivo en Sandino, Chatarra y Tabla de Agua. “Este año se aprobaron seis millones de pesos para los barrios vulnerables”, manifiesta Ariuska Carbajal Chacón, directora general de Educación, Cultura y Deporte, quien atiende estas comunidades, por el Consejo de la Administración Municipal.
“Contarán con el apoyo de empresas del territorio, y pretendemos sumar el empeño de los Proyectos de Desarrollo Local y las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Mipymes)”.
Por lo pronto, la primaria Dionisio San Román resultó ser de los espacios beneficiados en el asentamiento Vista del Mar. “Estamos muy contentos con la transformación de la escuela. Disponemos de mejores condiciones. Solo faltan algunos detalles en los que se trabaja”, expresa la profesora Zenaida Gómez Collado.

Aunque a ritmos diferentes, en Artemisa se labora en más de una veintena de comunidades desfavorecidas. Viviendas, calles, parques, consultorios, escuelas y hasta rostros, cambian ante los nuevos bríos y el olor a pintura fresca.
Las autoridades se dinamizan y las empresas encaran su responsabilidad social en este modelo de desarrollo con todos y para todos.
Asimismo, la reparación de colegios en barrios vulnerables muestra la alta prioridad otorgada por el Gobierno a estas instituciones, garantes de la formación de hombres y mujeres de bien.
En ellas recae el compromiso de irradiar hacia la comunidad cultura de la decencia y las buenas prácticas. Como expresara Enrique Alemán Gutiérrez, director del proyecto Quisicuaba, es allí donde “se cuece la arquitectura espiritual del individuo, donde la práctica del bien y del amor al prójimo se hace realidad”.
Por GISELLE VICHOT CASTILLO, YUSMARY
ROMERO CRUZ y ANAY LORENZO COLLAZO