Cuando el 10 de marzo de 1952 Fulgencio Batista laceró la escasa democracia seudorrepublicana, despertó con su acción los ideales aparentemente en reposo de buena parte de la generación joven de aquella Cuba oprimida.
Muchachos de corta edad, movidos por el pensamiento martiano de independencia y antimperialismo, con sangre mambisa en las venas y el influjo de corrientes externas marcadas por ideales de libertad y justicia, dijeron No a la afrenta batistiana con palabras y hechos.
Ya nada sería igual. La constitución cubana (la avanzada de 1940) había sido pisoteada y los jóvenes, sobre todo, no estaban dispuestos a aceptar la afrenta de brazos cruzados.
En una síntesis de la historia combativa de Artemisa, que nos legó el
combatiente José Antonio Fernández Riesgo, se señala al Golpe de Estado como el detonante que hizo brotar nuevamente la rebeldía del pueblo artemiseño.
Ese día, bien temprano en la mañana, se reunieron los trabajadores del Bar Millar. A la cabeza de la protesta pública contra la acción anticonstitucional estaba José Lavandera Collazo.
Mientras, estudiantes del Instituto de Artemisa, dirigidos por René Rivera, Lucas Ponzoa y otros, ocuparon el plantel, se declararon en huelga y realizaron una manifestación. Asimismo, la imprenta Hermanos Ponce se editó un manifiesto que condenaba el Golpe, lo cual les valió la cárcel a ambos.
Tras esas acciones inmediatas que sellaron el redespertar, vendrían más, muchas desde el secreto conspirativo, otras a la luz pública, todas con un mismo fin: derrotar al gobierno impuesto a la fuerza, régimen que un mes después (el 17 de abril) inició una feroz represión contra el Partido Socialista Popular y sus militantes artemiseños.
No fue casual que el día 25 se distribuyera un manifiesto conjunto del Partido Ortodoxo y el Socialista Popular de la localidad, contra la dictadura de Batista.
También a finales de mes, en el parque Libertad de Artemisa, la Federación de Estudiantes Universitarios organizó un acto para jurar la Constitución de la República de 1940; varios de ellos fueron apresados.
Y el 20 de mayo de ese mismo año, organizado por la Juventud Ortodoxa y la Juventud Socialista, se efectuó otro acto en el parque Libertad contra la tiranía batistiana. Esta vez hubo un fuerte enfrentamiento con la Guardia Rural, con tiros, piedras y plan de machete de por medio.
El año 1953 fue sin dudas trascendental. Las injusticias del régimen atizaban las llamas de la libertad, y un Apóstol de cien años recordaba a cada minuto que la libertad cuesta muy cara; entonces, habría que comprarla por su precio.
Por eso el 28 de enero de 1953, el día del centenario, estudiantes del Instituto de Artemisa, de la Juventud Ortodoxa y la Juventud Socialista, convocaron una manifestación contra la opresión de la dictadura.
Con gritos de ¡Abajo Batista! y ¡Abajo la Dictadura!, recorrieron la calle Martí y llegaron ante su busto, en el parque, nuevo hecho que conllevó a varias detenciones de participantes, puestos a disposición del Tribunal de Urgencias, de Pinar del Río.
Otra manifestación, esta vez el Primero de Mayo, juntó a unos mil artemiseños que recorrieron varias calles hasta llegar al busto de Martí en el parque; la Guardia Rural se encargó de acabar con la marcha y, al día siguiente, en represalia, detuvieron a los principales dirigentes del Partido Socialista Popular, la Juventud Ortodoxa y Juventud Socialista en Artemisa.
La lucha había comenzado, aunque precisaba otros métodos. Guiados quizás por la sentencia martiana de que “en revolución, los métodos han de ser callados; y los fines, públicos”, en absoluto secreto se fraguaba algo grande, una acción que cambiaría el destino de Cuba y en la que los jóvenes de Artemisa tuvieron una participación protagónica.