Producir alimentos cuando las tierras se encuentran encima de la deprimida cuenca hidrográfica Ariguanabo, puede ser complejo. Lo sabe un número elevado de agricultores de la Cooperativa de Créditos y Servicios Vicente Pérez Noa, de San Antonio de los Baños, quienes han diversificado surtidos en busca de alternativas a la falta de agua para regar las flores, su principal reglón.
Esta CCS contaba con 25 floricultores, de los cuales solo 15 aún desarrollan las exigentes variedades que, además, sufren la escasez de insumos imprescindibles como los destinados a combatir el ataque de plagas.
La sequía nos fuerza a incursionar en cultivos varios, afirma Onelio Chávez, presidente de la cooperativa y uno de los más experimentados productores florales en la región.
Donde antes florecían girasoles, margaritas y azucenas, ahora crece yuca, plátano burro, maíz… y en las áreas bajo riego eléctrico (71.35 hectáreas) cultivan boniato y hortalizas, a fin de reducir plantaciones altas consumidoras de agua y producir alimentos para el pueblo.
El dirigente campesino asegura que diversificar las producciones ha dado más vida a la tierra y mejores resultados a la CCS. Los productores no solo entienden la necesidad de los cambios, sino también se han adaptado a los nuevos tiempos, considera.
Con la llegada de la pandemia y el recrudecimiento del bloqueo, se dificulta la disponibilidad de productos químicos. Por eso trabajan casi exclusivamente con productos biológicos, que adquieren en el Centro de Entomófagos y Entomopatógenos de Güira de Melena.
Mientras, sus 22 vaqueros se benefician con las nuevas disposiciones para la comercialización de carne, leche y sus derivados. A esta CCS pertenece Omar Mérida, el segundo productor ariguanabense en sacrificar y expender reses, al cumplir su encargo estatal y mantener el crecimiento de la masa ganadera