La historia siempre vuelve; nos habla a través de personas, objetos… Escrita o contada, incluso versionada, es parte de lo que somos y esencia que señala el camino a seguir.
También Artemisa está llena de sitios que hablan del pasado. Hasta Bahía Honda arribamos tras las huellas de una épica batalla. Allí Cacarajícara evoca más que un nombre o fragmento de su geografía montañosa; luce la huella indeleble del Titán de Bronce, protagonista de verdaderas hazañas a su paso por el Occidente cubano.

El Obelisco a la Batalla de Cacarajícara, la tarja que marca el lugar de las trincheras del combate, o la tumba levantada en el sitio donde se determinó estaba ubicado el campamento del teniente coronel Carlos Socarrás Acosta, nos devuelven la historia de la epopeya y constituyen elementos esenciales para la enseñanza de la Historia de Cuba.
En pie de guerra
Poco podrían decirnos estos sitios por separado. Juntos, sin embargo, refuerzan las enseñanzas de los historiadores de la zona y narran un combate desigual, con victoria para los mambises y la pérdida del teniente coronel Carlos Socarrás Acosta, patriota bahiahondense.
El Master en Ciencias Máximo Vieyto González, historiador de la localidad, ha desarrollado varios estudios sobre este enfrentamiento entre cubanos y españoles.
A partir de bibliografía y de la visión práctica del terreno, sus análisis sitúanla génesis del combate justo cuando Maceo, tras ser alertado por un mensajero del coronel Juan E. Ducasse de que una expedición estaba a la vista por la playa de La Mulata,el 27 de abril de 1896, salió de Buenavista hacia la finca San Ignacio, cerca de Bahía Honda.
“Allí encontró a Socarrás Acosta, quien le informó lo ocurrido con la expedición de la goleta Competitor; él y sus fuerzas del regimiento Cacarajícara habían salvado parte de los recursos enviados.
“Urgido por contactar con los hombres que pudieron escapar y con la precaución de no toparse con el enemigo, Maceo anduvo un buen trayecto bajo la guía de Socarrás, muy conocedor del terreno”, explica Vieyto.
“Cercanos a Las Pozas, un confidente de Socarrás informó de la presencia de una poderosa columna española al mando del coronel español Julián Suárez Inclán. El día 29, próximo al caserío, tuvo lugar un enfrentamiento.
“Un grupo de españoles, al mando del mismísimo Suárez Inclán, se dirigieron luego hasta las cercanías de Cacarajícarapara tomar por sorpresa el campamento y sacar de este lugar a Socarrás, quien tenía mucha influencia en los campesinos de la zona. No imaginaban que muy cerca les aguardaba el Titán de Bronce.
“Alertado por Socarrás de la posible acción enemiga, Maceoenrumbó hacia allá sus tropas. Tomó atajos para llevar la delantera y arruinar el factor sorpresa. Con apenas 170 hombres debió ingeniárselas: los colocó de forma certera, como solo un estratega militar puede hacer; aprovechó las ventajas del terreno montañoso, y la alianza con un hombre como Socarrás, fueron sus cartas de triunfo.
“Cada emboscada fue celosamente planeada. Después de la cuarta llegó la necesaria ayuda: Ducasse con 150 hombres de infantería y municiones provenientes de la expedición. Entonces el General dispuso reforzar todas las entradas del campamento. Tras un tiempo sin disparos se abrió fuego nuevamente, y fueron tan certeros los mambises que dejaron al enemigo casi sin artilleros. De esos momentos se hizo célebre la frase de Maceo ¡Qué cáscara de jícara!
“Suárez Inclán, con sus fuerzas diezmadas, comenzó a planificar la retirada, pero los mambises no estaban dispuestos a facilitarlo. En la madrugada del 1 de mayo hubo pequeños simulacros de lucha con tal de distraerlos.
“Durante la persecución, Maceo y Socarrás marchaban al frente. En una emboscada enemiga, adelantándose para proteger a su general, cayó mortalmente herido Carlos Socarrás, gran pérdida para las fuerzas cubanas”, asegura Vieyto González.
Loma Redonda fue testigo de la estocada final: un enfrentamiento de unos 30 minutos que culminó con la victoria cubana y la huida de los españoles hacia los cuarteles de Bahía Honda.
Batalla en piedras 125 años después
Justo en el Poblado de Las Pozas, escenario del primer enfrentamiento, en 1952, por orden del entonces presidente constitucional Carlos Prío Socarrás, se levantó un imponente obelisco que resume las esencias de esta batalla.
Sobre una base de mármol negro se yerguen dos pirámides: una, de punta completa, representa la victoria de los cubanos en el combate; la otra, trunca, simboliza la muerte del teniente coronel Carlos Socarrás Acosta.
Entre ambas, erguida en mármol blanco, luce la figura de una mujer, símbolo de la continuidad de la familia Socarrás en las luchas por la independencia.

Otra estructura sólida, aunque menos majestuosa, es ícono de la singular batalla. En el sitio de las trincheras, el 30 de abril de 1983fue levantada una tarja por iniciativa de un grupo patriótico militar del Ministerio de Relaciones Exteriores.
A fin de declarar el lugar como Monumento Nacional,fue remodelado en 2015, y se mantiene en buen estado de conservación, una suerte que no corre el obelisco, con visible grado de deterioro y la punta superior también trunca.
Rememorar esas historias contadas en piedras, 125 años después, sigue siendo asignatura obligada. Preservar esos sitios implica a historiadores, trabajadores de la Cultura, veladores del patrimonio y a los bahiahondenses que guarden en su pecho el orgullo de vivir en una zona bendecida por las epopeyas de nuestros héroes de la independencia. Honrar estos espacios es salvarnos de olvidar el pasado.