Tenía que ser bien alto para que se les escuche a 90 millas. Desde la cima más elevada del Occidente cubano, a 700 metros sobre el nivel del mar, jóvenes estudiantes y trabajadores artemiseños alzaron sus voces contra el injusto y genocida bloqueo impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos a la Mayor de las Antillas.
Además, agradecieron los gestos de solidaridad con nuestra nación, que en los últimos meses invita una vez más a construir puentes de amor.
Justo a las 4:00 de la mañana del domingo, una caravana de 20 jóvenes partió desde la cabecera provincial, convencidos de que cualquier convocatoria es necesaria si queremos cambios en una política cruel y envejecida. La meta estaba allá arriba, cerca del monumento dedicado a Maceo, el bravo que no dudó en resistirse a los “tratos” del imperialismo y vio en la soberanía el único futuro del país.
Cuatro horas y media de subida y otras cinco de bajada bajo lluvia —hazaña de la juventud artemiseña, pues nunca en un día está previsto hacer ambas—, protagonizaron sin importar las dificultades o el cansancio.

Llegar a ese hermoso lugar en la cordillera Guaniguanico, de tierra, fauna y vegetación diversas, fue también pretexto para entregar a Ismaray Gómez Fuentes el carné que le une a las filas de la organización más joven y entusiasta de Cuba… y compartir la felicitación de Gladys Martínez Verdecia, integrante del Buró Político y Primera Secretaria del Partido en Artemisa.
“El bloqueo constituye un freno para el desarrollo del país. Estamos aquí para exigirle al Gobierno estadounidense el fin de estas políticas que impactan desfavorablemente en la vida de los cubanos. Es la oportunidad perfecta para sumar nuestras voces en nombre de las nuevas generaciones”, dijo en el mensaje a los presentes Meyvis Estévez, primera secretaria de la UJC en la provincia.
Otra vez la juventud sale a defender causas justas en medio de las actuales circunstancias, y lo hace con aplomo, unidad y alegría. Y ahí están, dispuestos a volver si fuera necesario, porque el embargo también es un virus y es hora de detenerlo, así sea a golpe de voluntad y sacrificio.