Nunca hemos vivido tiempos fáciles en esta tierra. Alzar la frente siempre nos ha llevado a chocar con huracanes. Pero Martí nos enseñó a preferir la estrella antes que el yugo. Hoy tampoco soplan brisas sobre este archipiélago; ante quienes lo defienden se plantea una difícil misión… y una oportunidad trascendental: de eso trataron los debates del Octavo Congreso del Partido.
Este es también un momento grande, como el Moncada y como Girón. Igual precisa coraje, firmeza y patriotismo, solo que la estrategia ha de ser diferente: cuando algunos quieren que veamos la bandera como un objeto más, debemos izarla con la fuerza de la ideología y los argumentos.
Con absoluta claridad, los delegados refrendaron la convicción de seguir construyendo una Cuba erigida en los principios e, ineludiblemente, consolidada en el necesario desarrollo de la economía nacional.
Tal certeza se expresó unos días antes de las jornadas en el Palacio de Convenciones de La Habana, cuando productores agropecuarios, expertos y científicos de diferentes ramas libraron una batalla de vital importancia, al unir sus saberes para destrabar y potenciar la producción de alimentos, con un paquete de 63 medidas.
Y justo durante las sesiones del Congreso, nuestra ciudad de Artemisa inauguraba una tienda especializada en derivados de la miel de abejas, y transformaba el otrora sucio tramo de la calle 35, entre 32 y 34, de pestilente microvertedero en un sitio bien ambientado y agradable.

Sobre esos pilares de emprendimiento y trabajo hemos de levantar la Cuba próspera tan anhelada, donde la propiedad del pueblo sobre los medios fundamentales de producción seguirá definiendo el sistema socioeconómico; donde han de descentralizarse facultades con énfasis en el municipio, como instancia esencial; y donde el ser humano será siempre objetivo principal y sujeto protagónico.
Los delegados coincidieron en asegurar que el trabajo y la laboriosidad deben constituir valores morales cardinales, y la aplicación del principio de distribución socialista con arreglo a la calidad y cantidad del trabajo, habrá de posibilitar que esta sea la vía fundamental de satisfacción de las necesidades.
El Octavo Congreso trazó y reafirmó líneas para el presente y el futuro de Cuba, desde la vinculación del Partido con las masas hasta las capacidades imprescindibles en cada dirigente. Definió, esclareció, plantó bandera… e invitó a participar de esta gran oportunidad de edificar el país que queremos los cubanos.