Roberto Valetón López (Chachi) atesora cuatro de las cinco coronas que otorga el Grupo Nacional de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, por hacer de su patio un singularísimo sitio que mezcla sencillez, optimismo sin límites, derroche de imaginación, amor a la pareja y al trabajo.
Cuenta que nació en Santa Cruz de los Pinos, San Cristóbal, el 26 de agosto de 1940. Tenía ocho años cuando su familia permutó para Mango Jobo y sus ocho hermanos cogieron su rumbo; él se quedó con su madre, una mujer enamorada de las flores y los patios limpiecitos, donde le nació el gusto por el orden en el hogar.
Chachi cursó hasta noveno grado, y trabajó 37 años en la panadería de Santa Cruz, como jefe de distribución. Después de jubilarse comenzó a elaborar coquitos y dulce de coco. Regaló los primeros dulces para darse a conocer. En muy poco tiempo se sucederían los clientes; hoy es tan grande la demanda que apenas puede satisfacerla. Oferta coquito amelcochado, coco rallado crudo y dulce de coco.
Una cosa es preparar estas golosinas y otra ganar coronas. Según revela, al inicio desconocía que podía aprovechar el coco como combustible, y acarreaba carretas de leña. Un día le pidieron un saco de cáscaras y no lo recogieron. Entonces, lo metió en la candela: cuando vio esa llama tan linda se dijo ‘aquí está la cosa’, y empezó a aprovecharlo.
Pero Roberto concibió y materializó una idea genial. El coco seco que utilizaría como combustible lo dispuso a fin de ambientar el patio de su casa, junto con los árboles que le brindan alimentos y sombra. De esta manera creó estructuras cilíndricas, algunas terminadas en cono, las cuales convirtieron el sitio en un espacio único y original, a pesar de su sencillez.
Las personas le preguntan si las pilas tienen que ver con algo japonés, si tienen entradas o son casitas de indios. Lucen impactantes, imagen reforzada por sus proporciones y el orden en el cual las dispuso.
El Patio de Chachi es un lugar encantador. Se llega a través de un camino limitado por cocos. Su interior sorprende por las llamativas estructuras cilíndricas y numerosas plantas ornamentales. Allí se elabora el dulce que le dio fama, y allí también recibe la ayuda de Juana Pérez, su esposa desde hace 54 años. Él es el catador, reconoció ella.
Este sancristobalense opina sobre la Tarea Ordenamiento; asegura que protege a personas enfermas (él es hipertenso), al garantizarles el acceso a los medicamentos precisos, y enfatiza que constituye un llamado al trabajo como vía para satisfacer las principales necesidades. “Mientras tenga salud, seguiré elaborando dulces de coco”.
Chachi también construyó un ranchón para disfrutar con su familia, amigos y quienes lo visiten. Algunas pilas le proporcionarán la materia prima para el combustible que requiere transformar el coco en dulce. Otras quedarán como testimonio de un modo muy personal de asumir la cotidianidad, la defensa del orden y de que podemos hacer algo bello, si nos entregamos por completo a la obra.