En cada transmisión televisiva del béisbol cubano su nombre se repite al mencionar cualquier estadística. Pocos conocen su rostro, pero cuando se habla de Arnelio Álvarez de la Uz, al momento pensamos en numeritos y récords.
Quizás solo esos pocos sepan, también, que el hombre detrás de cada uno de esos numeritos es un bautense de pura cepa, un ilustre artemiseño al que nuestro semanario le debía una entrevista hace mucho tiempo. Por eso hoy —a la par que saldamos la deuda— le pondremos rostro al genio detrás de las estadísticas que adornan las transmisiones de la pelota.
“Bauta representa mucho para mí. Nací y crecí en ese pueblo; es donde están mis raíces, mi esencia… y eso nunca lo olvido. Allí conocí el béisbol. De pequeño, mi hermano mayor ya era amante de la pelota; crecí en un ambiente muy beisbolero: él llegó a lanzar con los Industriales de Ramón Carneado, y la pasión familiar se incrementó”.
También a temprana edad Arnelio descubrió su pasión por los números. Hasta ganó un concurso en el colegio. Al terminar los estudios entró en la escuela formadora de maestros, y se hizo profesor de enseñanza primaria.
En su afán de superación logró la Licenciatura en Matemática, ser profesor de secundaria y luego de preuniversitario. Aún no sabía que en el futuro uniría sus dos pasiones: las matemáticas y el béisbol.
“Con solo 12 años entré a un curso de anotación impartido por Alberto Pestana, estadístico de la televisión hasta su retiro. Así aprendí bien pronto de esas cuestiones. A pesar de ser un niño, fui uno de los alumnos más aventajados del profesor Pestana, y llegué a anotar juegos del campeonato municipal de Bauta, pero me desligué para dedicarme a mis estudios y a la enseñanza de la Matemática.
“Fue, durante un juego de pelota en el Cotorro, que faltó el anotador. Frangel Reinaldo se me acercó, me preguntó si me atrevía a anotar el partido… y acepté. Después me llamaron para ser el anotador del municipio. Con el tiempo creé un boletín de noticias deportivas y una radiobase en la Casa de la Cultura. Aquello gustó y me hicieron anotador provincial más adelante.
“Un día, anotando un partido en el Latinoamericano, escuché a los narradores de la COCO convocar a un curso para comentaristas deportivos, y ellos mismos me motivaron a apuntarme. Al culminar el curso comencé a “trabajar” (sin sueldo alguno), entrevistando en el terreno, y al poco tiempo me hice estadístico de la emisora, para poder ocupar una plaza; allí estuve ocho años.
“Pasé a Radio Rebelde también como estadístico. Casi enseguida tuve que hacer el cambio al mundo digital. Antes todo era a papel y lápiz, y ya el archivo personal ocupaba bastante espacio (recuerda entre risas). Ese fue otro reto, acostumbrarme a una forma distinta de anotar, de guardar y buscar las estadísticas.
“En Rebelde permanecí 12 años, hasta que mi profesor Alberto Pestana se retiró de la Televisión, y ocupé su plaza, un verdadero honor para mí; además, con la suerte de compartir labores con Eddy Martin y Héctor Rodríguez”.
¿Cuán importante considera las estadísticas para el béisbol y, por tanto, la labor de un anotador?
“El anotador en un juego de béisbol es un oficial más, tan importante como un árbitro. Sin su presencia el juego no es oficial, porque hace cumplir las reglas de anotación y compila las estadísticas, tanto individuales como colectivas.
“Las estadísticas son muy importantes en todos los deportes, incluso en la vida cotidiana, pero en el de las bolas y los strikes toman una nueva dimensión: casi seguramente este es el deporte que más estadísticas genera; su uso es imprescindible para entender el juego moderno”.
¿Qué papel le concede a la sabermetría en el béisbol actual?
“La sabermetría no es más que nuevas formas de medir el rendimiento de un pelotero, tanto al bate como a la defensa, e igual el de los lanzadores. Las primeras surgieron al combinar estadísticas tradicionales (average, carreras impulsadas…), y poco a poco se han creado más.
“Son formas más exactas e integrales de medir el rendimiento de un jugador, tanto de forma general como en determinada situación de juego, de modo que permiten trazar estrategias para lograr mejores resultados. Sin ellas el béisbol actual sería muy distinto, incluso en Cuba, donde todavía tenemos mucho por mejorar en ese campo”.
¿Cómo hace para entregar tantas estadísticas y curiosidades en medio de un juego de pelota transmitido en vivo?
“Lleva un trabajo serio previo al juego, imprescindible para hacerlo bien. Cuando se jugaba de noche tenía más tiempo. Ahora es bien difícil tener todo listo a la 1:00 p.m. o las 10:00 a.m., pero con la experiencia de los años uno va tomando maestría… y aprendiendo lo que más necesita el narrador para llevarle a los espectadores.
“También se deben tener en cuenta las particularidades de cada equipo envuelto en el juego, y buscar los números más llamativos para que los aficionados puedan comparar la campaña anterior con esta, o tal período de tiempo de un equipo o jugador. Es una labor muy ardua y, cuando ya está bien avanzada la Serie, resulta agotadora”.
¿Cuándo fue a un estadio de béisbol a disfrutar del juego por última vez, sin pensar en trabajo o en números?
“Desde 1985, cuando comencé en estos trajines, solo he podido disfrutar como simple aficionado de un único juego de pelota. Fue una semifinal occidental entre Industriales y Sancti Spíritus, en el Latinoamericano, transmitida por Canal Habana y no por Tele Rebelde.
“Cuando Lourdes Gourriel me vio en el palco de la prensa, me preguntó: ‘¿Qué haces aquí abajo?’. Y al explicarle me dijo que disfrutara el juego. Ese día Rudy Reyes decidió el partido con un jonrón, y yo pensé que aquel estadio se caía por la algarabía del público capitalino. ¿La verdad? Siempre disfruto de los juegos, pero lo hago en medio del trabajo”.
¿Qué caracteriza al béisbol cubano y qué debemos hacer para mejorar nuestros resultados?
“Hace unos años, un scout norteamericano me dijo que el pelotero cubano tiene muchas cosas buenas: juega por amor al deporte y la camiseta, domina los principales elementos del béisbol, aprende muy rápido y tiene salud para desarrollarle grandes capacidades atléticas; solo necesita ser más profesional, no en el sentido de jugar por dinero, sino de la disciplina dentro y fuera del terreno. Y coincido totalmente.
“Recuerdo haber visto a Frederich Cepeda llegar tres o cuatro horas antes del partido a prepararse él solo, sin ningún entrenador; eso es ser profesional: saber lo que hacer sin nadie encima de ti, saber qué hacer en cada situación de juego… en fin, vivir para el béisbol y no del béisbol. Cuando más peloteros cubanos sean verdaderos profesionales, nuestros resultados mejorarán mucho”.
Contribuciones de la sabermetría
La sabermetría contribuyó a solucionar la subjetividad de un indicador como el slugging, para determinar el verdadero poder de un bateador. Ocurre que, si un pelotero conecta cuatro sencillos en diez veces al bate, logra un slugging de .400, idéntico a otro que solo disparó un jonrón (la más grande expresión del poder) en igual cantidad de turnos.
Además, la añeja herramienta toma en cuenta los hits producidos por un toque de bola, conexión que dista mucho de ser poderosa.Pero las estadísticas modernas nos ofrecen el ISO (Isolated Power o Poder Aislado, en español), enfocado en la frecuencia de extrabases, pues incluye únicamente batazos de más de una almohadilla.
Dos jugadores pueden lograr igual .300 de average, el primero con muy pocos extrabases y el segundo con decenas de cuadrangulares. Sin embargo, percibimos que se diferencian notablemente en su aporte al equipo. Sucede otro tanto con el slugging: dos bateadores pueden obtener similar .500, el uno con numerosos sencillos y el otro muy pródigo en dobles y jonrones.
El ISO dirá quién conectó con poder y cuál no.Queda claro en el caso de Romelio Martínez, quien no se ganó un puesto entre los diez prime-ros peloteros cubanos con mayor slugging de por vida; en cambio, asciende al quinto escaño en el ISO (superado por Despaigne, Kindelán, Pito Abreu y el Niño Linares), lo cual nos remite a sus enormes batazos contra las luces y la pizarra del Estadio 26 de Julio.
POR OSNIEL VELASCO Y MIGUEL RODRÍGUEZ