Este complejo inicio de año puedo ser un termómetro para medir el Ordenamiento Monetario, créalo o no. Aunque la mayoría de las entidades aseguran haberse preparado, las altas y bajas temperaturas mostraron que solo lo vivido en estos dos primeros meses, nos dio certezas de cuánto queda por ordenar, y digo más, por hacer, cambiar, controlar, gestionar, entender, crear…
Desde una publicación en Facebook, encontré opiniones sinceras y sin censuras, que agradezco, pues la mayor parte de ellas (de artemiseños) coinciden en la necesidad de una producción local estable, de concretar el binomio precio-calidad, de planificarse a nivel familiar para asumir gastos, de crecer en ofertas comerciales, de trabajar como vía de ingresos personales… y de motivar el estudio en los jóvenes por el incentivo a ser profesionales.
El Ordenamiento o 2021, que puede ser lo mismo para muchos, nos hizo chocar con una mano de plátano burro a 15 pesos, una ristra de ajo a 400, una libra de malanga a 20 y de cebolla a 40 pesos, todo en el mercado informal, a fin de cuentas donde hay mayor oferta.
Resulta contraproducente, más si vives en una provincia con tierras fértiles, áreas bajo riego, maquinaria, grandes productores, planes, contratos y estructuras suficientes para abaratar esos costos.
Tales realidades, unidas a la carencia de ofertas en moneda nacional; al mercado en MLC, necesario, claro, pero que duele ver cómo se convierte en centro laboral para revendedores; a precios inestables, incluso en el sector estatal, hicieron de enero y febrero meses para andar con calculadora en mano, pues ciertos artículos y productos han llegado a costar cuanto alguien quiera pedir.
Lo confirman algunos comentarios de quienes sacaron de su bolsillo de obrero 180 pesos por 30 huevos; 20 por una latica de ajíes o 150 por una bolsa de leche, la que garantiza el Estado en la bodega para niños y dietas a menos de dos pesos.
Lo atestiguan quienes pagaron 85 pesos por un paquete de galletas, o dejaron ir la oferta de una libra de pescado Emperador a 150 pesos, y valoran cómo terminar el piso de la casa, si la losa subió de tres a 24 pesos en la Tienda de Materiales de la Construcción.
Unos 2 000 artemiseños volvieron al trabajo, es cierto, pero ¿cuántos más amanecen en la misma esquina, detrás del primer “invento” que les pueda asegurar cómo sustentarse en un día? ¿Cuántos van siempre a la misma cola, y logran canjes con las autoridades responsables de organizarlas?
Cuántos vociferan a diario la venta de productos sin las licencias permisibles, y encuentran mercado seguro en la comunidad, a veces por brechas de otros que “congelan” ofertas y servicios para los cuales están destinados?
¿Cuántos trabajadores cobran por lo que hacen, y ni siquiera hacen? No pienso solo en inspectores, como muestran las opiniones en facebook; entro en cada establecimiento, tienda, taller, empresa… hacia allí también va el Ordenamiento.
Enero y febrero puede ser muy poco tiempo para sacar conclusiones, como también opinan algunos amigos; mas, hay fisuras que debemos “atajar a tiempo”, incluso servicios inmortalizados en su pésima calidad; si no cambiamos ahora, no será nunca. Llegó la hora de transformar.
Igual quedaron lecciones hogar adentro en estos dos meses, como la planificación de los gastos, con el aporte de cada uno (al menos donde la mayoría está vinculada laboralmente) y el ahorro de electricidad, que sumó menos kilowatts en la mayoría de los recibos, dan indicios de Ordenamiento Monetario, con el apellido familiar.
Ordenarnos en cada pedacito, ordena al país. ¡Queda mucho por hacer! En eso coincidimos todos. ¿Qué te queda por hacer a ti para que podamos ordenarnos, y este termómetro baje la temperatura, o la suba, en caso de ser necesario?