La encontré sonriente. Complacía a los clientes que estaban al otro lado del mostrador. Explicaba una y otra vez el uso de algún medicamento (que no me atrevo a repetir) y su precio en el mercado mundial. Así son los días de Yadira Huete Lazo, una de las boticarias de la Farmacia y Óptica Internacional de Mariel.
Esta mujer con espíritu de muchacha se graduó de técnica de nivel medio en Farmacia Dispensarial. Trabajó durante 11 años en el departamento de drogas de la farmacia principal del municipio costero. Luego, la vida de esta dama perseverante se vio ajustada por dificultades que le impidieron seguir remando en este sector.
A las ganas de seguir aprendiendo nunca las dejó dormir. Estuvo un año como registradora civil, después de haberse capacitado en el tema. Más tarde, le aguardaría una experiencia inaudita en una fábrica de bolsas plásticas.
Mas, cuando las medicinas llaman, Yadira Huete responde rápido; quizá por un lazo de amor pactado entre recetas y prospectos, que le hacen rejuvenecer el alma y los saberes.
“Después de siete años fuera del sector, revalidé mi título y comencé a vivir de nuevo entre pomadas y pastillas”, cuenta Yadira y lanza una jovial carcajada.
“Conocí la posibilidad de laborar en esta nueva farmacia, y la experiencia valía la pena. Debía estudiar mucho los nuevos medicamentos; eso me llamaba la atención. Preparé el currículo y esperé la respuesta. Me aprobaron sin demora y, desde enero de 2019, recién cuando inauguraron este sitio, me incorporé a trabajar.
“La dispensación es mayor aquí, sobre todo porque la orientación al paciente depende, en muchos casos, del farmacéutico. A veces debo explicar para qué sirven, cómo se toman o cuáles pueden ser las reacciones adversas de cualquiera de los productos.
“Sucede que hay medicamentos poco conocidos y muy útiles, pero no se importan en grandes cantidades por ser muy costosos, y es preciso explicárselo a cada cliente”.
Yadira Huete ha sido testigo allí de situaciones especiales. Las narra y no puede evitar colmar sus ojos de lágrimas. “Un día llegó un pequeño que no veía por un ojo y por el otro distinguía muy poco, como consecuencia de una tumoración cerebral. Le tomamos las medidas. Cuando vinieron a recoger los espejuelos, y el niño se los puso, abrazó a su madre y solo sabía decir ‘¡Mami, volví a ver tu cara!’”.
Indudablemente, el trabajo de esta mujer no se limita a vender medicamentos. Ella regala dosis de energía y vitalidad femenina a quienes van hasta su lugar de trabajo. Su remedio contra todos los males es la sonrisa, aunque ahora lleve nasobuco y solo resalten sus ojos brillantes.
De lunes a viernes, de 9:00a.m. a 6:00p.m., la aguarda el mismo mostrador y el brío de un pueblo que la reconoce y saluda en las calles por la calidez de su servicio. A las mujeres nos sabe perfecto el sabor de lo bien hecho: eso Yadira lo sabe muy bien.
Una gran mujer, amiga, madre ejemplar y muy profesional muy querida por todo el pueblo marieleño.
Amiga desde los 5 años, toda una vida…se dice pronto! aunque la distancia nos separe siempre un encuentro es maravilloso.