Lamentablemente, hace semanas escribo mucho de la COVID-19. Revisar partes e informes de Salud Pública se ha vuelto mi día a día. Sé que las personas necesitan información; sin embargo, hay cuestiones elementales que comentan cada jornada en nuestro sitio web o en las páginas de Facebook.
Resulta notable la preocupación popular por la circulación del virus. Nos piden más datos de los infectados, muchos inquieren hasta nombres y apellidos. Pero la mayoría esquiva responsabilidad y miedos.
Una gran fracción de los seguidores de nuestros post pide saber el área de Salud de los contagiados. Entendemos: es necesario conocer por dónde anda el virus; no obstante, ¿constituye esto un mecanismo de defensa para perderle el miedo a una enfermedad mortal y justificar comportamientos como la violación de medidas sanitarias?
Carelis Conde, psicóloga artemiseña, explica que “entre los variados mecanismos de defensa hay uno denominado huida-evitación. Es posible que las personas lo usen, en casos como estos, para sentirse menos acechados.
“Los mecanismos psicológicos de defensa tienen un componente negativo muy fuerte de limitación a la superación de conflictos. Están en nivel inconsciente, y eso impide que la persona lo logre comprender como real.
“Si le tienes miedo a las ranas, y evitas todo el tiempo la manera de tener cerca alguna, estás defendiéndote de algo que te provoca un estado psicofisiológico de tensión: le evitas a tu organismo detonar las alarmas que te provocan estrés. Quizás por eso a veces escuchamos a las personas decir ‘Hay que cuidarse’, pero hacen cosas contrarias”.
Es oportuno meditar sobre un asunto: tal como la teoría de las seis personas implica que entre tú y seis personas está tu cantante favorito o el presidente de cualquier país, el virus es capaz de enredarte en los anillos de contactos de un positivo que ni siquiera conoces.
Por tanto, aunque queramos dar información, entendamos que existe y debemos ser celosos al cuidar la privacidad de datos ofrecidos por los pacientes al personal de Salud. Más allá de conocer por dónde anda la COVID-19, debemos asegurarnos de no violar las normas sanitarias ni burlarlas con besos y abrazos, para entonces sí tener lejos al virus.
Todo pareciera indicar que Artemisa se curó del pánico, de acuerdo con la minúscula percepción de riesgo mostrada, sobre todo por quienes viven en la cabecera provincial.
Acá los jóvenes están hasta altas horas de la noche en el parque Libertad o en el Bulevar. ¡Ni hablar de las colas! Pasaron de resolver necesidades puntuales a convertirse en rutinas que algunos siguen como despertarse y cepillarse los dientes.
Más allá de abastecimientos requeridos en un hogar, está la salud de quien sale a la calle y su familia. Sentir mentalmente al virus lejos, realmente no lo aleja. Eso solo es posible con hipoclorito, distanciamiento social y el correcto uso del nasobuco.
Entonces, da igual dónde esté el no tan nuevo coronavirus: ya hay circulación viral en la provincia, y no veo florecer la responsabilidad de todos de cuidarnos, pero de verdad.