Huellas de abril
De este abril los jóvenes pudieran hacer un libro. Desataron las anclas de su creatividad; llegaron a donde los sentimientos valen más; tocaron la sensibilidad que todos llevan dentro; sacaron a flote sus valores; los compartieron, y ahora las huellas de estas jornadas calan fuerte en una generación más parecida a su tiempo que a sus padres.
Anécdotas hay miles. En uno u otro pasillo reseñan, sonríen, recuerdan cómo un intercambio distinto los hizo mejores seres humanos.
Fue así como el comité de base de la Administración del Comité Provincial del Partido se supo más unido que siempre. Era su propia fiesta, pero quisieron regalársela a los pioneros, y escogieron la escuela especial Enrique Hart, allí donde cada avance docente suele ser una batalla ganada, donde el cariño se vuelve la principal asignatura y la reinserción social es la guerra a conquistar por todos.
No llegaron para saber cuán diferentes son; mas, algunos estrechaban su mano por primera vez con un niño retrasado mental, uno con Síndrome de Dawn o un hemipléjico: una carga sentimental inagotable para saberse seres humanos capaces de dar, hasta más de lo que tienen.
Ninguno quiso venir al mundo con tales limitaciones, y por eso tampoco hay que limitarles la alegría ni el amor.
Sus padres estaban allí, junto a los imprescindibles educadores, quienes tratan que los más de 100 niños con necesidades educativas especiales de este plantel descubran cómo pueden sonreír, a pesar de los inconvenientes.
Al instante quedó el recuerdo de un asalto de afecto, quedó un video, quedaron fotos de unos y otros… quedaron las huellas de un colectivo que quiso, en el aniversario 55 de la Unión de Jóvenes Comunistas, remover sus propios valores humanos.
Ahora saben cómo cada cual es útil, incluso calle arriba con un cake sin importar el qué dirán. De sus bolsillos, modestos como quien comparte lo que tiene y no lo que le sobra, sacaron el costo de la fiesta, y de sus almas la humildad, la ternura, la voluntad para multiplicarlas entre los más pequeños.
Tal vez los pioneros olviden el rostro de cada uno de los 18 jóvenes, que esta vez celebraron juntos el cuarto día del mes, pero sí les quedará el canto por la vida y la igualdad.
Tras abril, llegan mayo, junio… septiembre. Nunca anclen en tierra firme sus ideas, pues a pesar de la contemporaneidad son la generación que renueva y moderniza, cambia y crea. Si esa manera de actuar también los fortalece, los convido a ser inquietos y rebeldes —con causa, claro—, a descubrir a dónde pueden llegar para ser mejores, a concientizar que la felicidad no es un destino sino un trayecto, un camino… por el cual nos conduce la obra diaria.

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