A principios de los cuarenta, el sacerdote catalán Pedro Pablo Ferré Elías se topó en el colegio de Belén, centro jesuita de enseñanza de La Habana, con el adolescente Fidel Alejandro Castro Ruz, un destacado alumno deportista, y le explicó el sistema del fútbol pirámidal que imperaba en esa época: un portero, dos defensas, tres centrocampistas y cinco delanteros