A las afueras de San Antonio de los Baños hay un sitio donde los sonidos de la naturaleza se conjugan perfectamente con los de instrumentos de cuerda y viento, en una armonía que seduce y da paz. Se trata de la Escuela Vocacional de Arte (EVA) Eduardo Abela, en la que 171 estudiantes de diversas edades aprenden de música y danza fundamentalmente.
Yosvani Denis López, director del centro, explica que allí se forman estudiantes de música desde el tercer grado hasta el noveno, en carreras largas y cortas, en dependencia del instrumento, mientras que en danza cuentan con 48 alumnos que destacan por la profesionalidad y preparación con que entran a la escuela, un aspecto en el que ha sido puntual la preparación que reciben en los talleres infantiles de la compañía caimitense NC Dance.
El claustro de profesores, casi completo, permite brindarles una formación general integral. “Aquí el esfuerzo de los muchachos es doble. En una sesión reciben clases acorde a su grado y en la otra las relacionadas con su especialidad. La preparación es muy fuerte y deben dedicar muchas horas a su instrumento o al baile”.
“Ya en estos cursos hemos ido recogiendo frutos, y algunos estudiantes son hoy profesores de la escuela, en tanto otros se han superado y hoy son licenciados”, explica.
Rachel Ramírez, programadora de actividades de la escuela, destaca la importancia de que, desde los municipios, se trabaje en la captación de talentos y en su incipiente formación en las Casas de Cultura. “En los últimos años hemos visto decrecer la cifra de estudiantes de Música, mientras que los presentados por Danza son más y con mayor desempeño, sobre todo los de Caimito y Bauta, donde la preparación es mejor” coindice con el director.
Igual alude a problemas con la divulgación a la hora de realizar las captaciones en los municipios. “Eso ha fallado y es un aspecto en el que debemos trabajar. Este año queremos priorizar a Bahía Honda, San Cristóbal y Candelaria con más plazas. También Artemisa, la ciudad cabecera, tiene que potenciar el ingreso de talentos a este centro, pues hoy la mayor parte de la matrícula la ocupan muchachos de San Antonio de los Baños, Alquízar y Güira de Melena.
La EVA en la comunidad
En los últimos años es usual ver a estos muchachos fuera de las aulas, mostrando su talento a los artemiseños. Actos político culturales, teatros, plazas, parques y comunidades rurales, han sido testigos de su talento.
El director de la escuela asegura que esto ha sido fruto del estrechamiento de los vínculos con la Uneac provincial, y las compañía NC Dance y la de teatro Los Cuenteros, sobre todo. “Estos pequeños, ya de por sí con mucha calidad, son los artistas profesionales y los instructores con que Artemisa contará en un futuro cercano, por eso el vínculo ese con el pueblo y con agrupaciones profesionales es muy positivo, lo mismo para quienes disfrutan del otro lado del escenario que para nuestros estudiantes.
Destaca como positivo el hecho de que el pasado año el 87 por ciento de los estudiantes de Música pasaron a la Escuela Nacional en tanto el 77 por % de los de Danza logró igual propósito, una cifra por debajo de años anteriores, que bien puede responder, según dijo el director, a la situación que presentaron los tabloncillos por varios años, un tema ya resuelto.
Durante estos años, estudiantes egresados de la EVA han entrado a compañías de renombre en Cuba, como la de Carlos Acosta, Danza Contemporánea de Cuba o Revolution, en tanto egresados de Música han grabado en el Programa Todo Música; otros forman parte del claustro de profesores de la escuela y contribuyen a la formación de nuevos talentos.
Retos y buenas nuevas
El proceso constructivo en la escuela no se ha detenido. Ya concluyeron cuatro tabloncillos y hoy ejecutan uno de mayores dimensiones. Además, están en proyecto otras edificaciones para la ampliación del centro, sobre todo del área de la Enseñanza General.
Se incluye también la pintura de la escuela y mejoras en el alumbrado, para que los estudiantes puedan practicar en mejores condiciones, asegura el director.
Amplía que este año realizaron un levantamiento de los instrumentos con que cuentan, pues el paso del tiempo ha deteriorado muchos. Ya pedimos los de viento necesarios para el curso venidero y esperamos por la reparación de otros, al tiempo que destaca la entrada de algunos accesorios que permiten alargar la vida útil de algunos.
Aulas adentro
Feliz asegura sentirse el bautense Anthony Yeinier Suárez Moreira. Cursa el primer año de Instructor de Teatro, una modalidad de estudio que ya tiene en la escuela dos años. “Yo comencé el curso pasado, con el primer grupo, pero entonces no sabía bien qué era lo que quería y lo dejé. Luego entendí que esa era mi vocación e hice todo lo posible por aprobar nuevamente las pruebas y aquí estoy”, asegura convencido.
Reconoce que las condiciones del centro son buenas y se mostraba satisfecho de iniciar justo ese día su vida como interno. “Los albergues están buenos, la comida bien elaborada, hay agua, un puesto médico y personal de guardia que vela por nosotros todo el tiempo.”
Muy pequeña aún, la ariguanabense Nathali González Espinosa, ya en tercer año de Violín y quinto de la Enseñanza General, parece fundirse con su instrumento mientas regala al auditorio alguna pieza musical. Aunque su pasión era el canto, aquí conoció el violín y se enamoró de él, del ambiente que rodea a la escuela y de los profesores, me asegura.
Mientras, José Anthony Ortiz Oramas, de Guanajay, ya es diestro en el contrabajo y la viola. “Ya estoy en séptimo año (noveno grado) y me siento preparado para el pase de nivel. Amo mi instrumento y aquí he recibido muy buen entrenamiento de parte de excelentes profesores”.
Mientras estos últimos realizaban prácticas de conjunto bajo la guía de la profesora de Apreciación Musical Ariagna Herrera Cruz, en los tabloncillos, un grupo de pequeños bailarines demostraban empeño en sus coreografías bajo la tutela de Arlett de las Mercedes Acosta, joven profesora a punto de egresar del Instituto Superior de Arte, y con destacada trayectoria estudiantil y experiencia en el mundo de la danza.
Y es que eso es la EVA, un centro en constante movimiento, donde el talento no se queda dormido y busca siempre la mejor forma de revelarse ante el mundo, ya sea mediante un acorde, los compases de la danza o la magia del teatro. Allí el arte palpita las 24 horas del día, a un ritmo tan indetenible como el de sus estudiantes.