Un papel trascendental en la formación de los niños y las niñas desempeñan, desde hace más de seis décadas, los círculos infantiles en Cuba. Son estas instituciones las responsables de preparar a los más pequeños para su etapa escolar y lo hacen sobre la base de la independencia, la sociabilidad y la creatividad propia.
En Güira de Melena, tres Círculos Infantiles y dos jardines integran la enseñanza de la primera infancia, donde trabajan en función de lograr el máximo desarrollo integral posible en cada niña y niño desde su nacimiento hasta los seis años.
En estas instituciones, tal como explica Idalmis Núñez Cruz, metodóloga integral de la Primera Infancia, se desarrollan conocimientos, hábitos y habilidades a partir de cinco dimensiones del desarrollo. Se rigen por un horario de vida que contempla actividades programadas e independientes, juegos y procesos de satisfacción de necesidades básicas de los niños.
En este municipio un rasgo distingue al círculo infantil Nené Traviesa: allí también se imparte el grado preescolar como una modalidad opcional para los niños que hayan cursado sus primeros años de vida en este centro, según resalta su directora Grisel Nazco Cardelle.
Aunque parezca paradójico, allí los ruidos se traducen en paz, esa que inspira ver a niños entre risas que se mezclan con el llanto casi siempre mañanero de alguno en adaptación, las carreras de los más intranquilos por el salón y la alegría general que caracteriza a nuestros niños. Son sitios envueltos de amor, que nos mueven el deseo de volver a la infancia.
Son estas instituciones las responsables de crear hábitos de vida, sobre todo porque incluyen a la familia en la educación del menor. Se nota siempre el cambio, más cuando arriban luego a las escuelas: quienes asistieron a círculos infantiles o incluso a los llamados cuidos particulares, que se rigen también por las normas de los círculos, muestran conductas diferentes.
Estos niños son más comunicativos, captan con mayor rapidez los contenidos escolares y logran socializar con más facilidad, porque se acostumbran a convivir con diferentes caracteres y practican la resiliencia.
Los círculos güireños cuentan hoy con una matrícula general de 390 niños, aunque la demanda real excede esta cifra y el municipio requiere mayor capacidad, sobre todo para las madres trabajadoras o con situaciones especiales.
En este sentido no existe una respuesta específica porque depende de muchos elementos de organización y creación de nuevas opciones, pero es un elemento a tener en cuenta en centros laborales de alta concurrencia de féminas, pues favorece la incorporación plena de estas a la vida laboral y puede incidir además en la natalidad. Aplausos entonces para los pocos centros que ya logran en la provincias sus casitas infantiles.
Siendo una de las obras más nobles de la Revolución, los círculos infantiles tienen mucho que perfeccionar aún, pero también tienen muchos méritos para elogiar, el principal: abrir las puertas al mundo exterior de nuestros niños y niñas, con disciplina y educación.