Aunque el lunes 6 de marzo el serbio Novak Djokovic alcanzó las 378 semanas como líder del ranking de la ATP (récord de más tiempo de un tenista como número uno del mundo en singles), y superó finalmente a Steffi Graf, las 377 semanas de la alemana en la cima de la clasificación de la WTA siguen siendo una hazaña extraordinaria.
Eso y sus 22 coronas en eventos Grand Slam hacen que muchos la consideren la mejor tenista de todos los tiempos.
Ascendió al tope del ranking el 17 de agosto de 1987, y se mantuvo hasta el 10 de marzo de 1991, la segunda racha más larga en la historia de este deporte (igualada con Serena Williams y solo por detrás de las 237 de Roger Federer).
Vivió otras siete etapas como número 1, hasta el 30 de marzo de 1997, casi 10 años después de su primera aparición en este lugar de honor. Y finalizó ocho temporadas como la mejor del planeta.
Fue la dominadora absoluta del tenis mundial durante gran parte de las décadas de los ’80 y ’90, además de lograr en 1988 una hazaña difícilmente repetible: conseguir el verdadero Golden Slam, al ganar los cuatro torneos de Grand Slam y el oro olímpico.
Derrotó a Chris Evert en el Abierto de Australia, a Natasha Zvereva en Roland Garros, a Martina Navratilova en Wimbledon, a Gabriela Sabatini en el Abierto de los Estados Unidos y nuevamente a Sabatini en la final de los Juegos Olímpicos de Seúl. Encima, ganó 45 encuentros consecutivos.
Es la única jugadora (entre mujeres y hombres) que ganó los cuatro torneos de Grand Slam dos veces, e incluso los conquistó todos al menos cuatro veces. Su balance de triunfos y reveses asciende a 902 y 115.
Entre junio de 1989 y mayo de 1990 encadenó 68 victorias, la segunda mejor racha de la historia, superada solo por la que logró Navratilova en 1984 (73). Además, durante las temporadas 1987, 1988 y 1989 cayó apenas en siete desafíos.
Fue campeona mundial en siete ocasiones: 1987, 1988, 1989, 1990, 1993, 1995 y 1996. En 1999 la Associated Press (AP) la nombró “mejor tenista del siglo XX”.
Las crónicas cuentan que jugó la primera vez cuando apenas tenía tres años, y ya con 15 fue campeona en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles’84.
Tenía un poderoso servicio y un golpe de derecha envidiable. Ejecutaba con gran precisión el revés cortado. Unía potencia y velocidad. Era tan rápida que se desplazaba rápidamente hacia su izquierda y golpeaba de derecha bolas que usualmente se juegan de revés.
Se retiró en 1999, aun cuando en esa temporada se proclamó campeona en Francia y fue finalista en Wimbledon. Era la número tres del mundo, con 30 años, y ese mismo año fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Deportes.