Mujer, cuando tú nos miras
el mundo se siente eterno,
un lugar tranquilo y tierno
donde no cabe la ira.
El mundo, que a veces gira
permanente en el dolor,
adquiere un claro color
cuando se juntan tus manos
y ya no hay empeño vano
si tú aportas tu calor.
Brilló tu nombre en la Feria
que hace poco terminó.
Brilló tanto, que acabó
siendo más dulce y más seria.
Renegando de la histeria,
del gastarse en la cocina,
de ser callada y tan fina
como la quiere el prejuicio,
decidió poner su juicio
del alto de una colina.
Seguidoras de Mariana,
nietas de la Avellaneda,
mambisas cubanas, queda
tanta luz intensa y sana,
y en sus almas soberanas
Celia con Vilma brilló
en esta patria que dió
artilladas mariposas,
para que nunca la rosa
pierda lo que ya ganó.
Yo me rindo a la belleza
que alumbra este nuevo día
en que eres poesía
en el Sol de tu grandeza.
No impedirá la maleza
ver los frutos de tus flores.
No impedirán los temores
que se imponga tu valor
y se empine en el verdor
de tus más sabios amores.