La danza se piensa. Con esa máxima llegaron al espacio de la Casa de Cultura de Caimito los asistentes al III Evento Internacional Danzapuentes 2023, en su segunda jornada de actividades. La danza tiene una esencia transformadora y debe entenderse, más allá del gesto, en una suerte de movimiento transformador de esencias con capacidad de movilizar emociones y deconstruir realidades para, en ese proceso, hacernos ascender como seres humanos.
Con esa visión llegó también a la Villa Verde de Artemisa el maestro Leiván García Valle, director del Conjunto Folclórico Nacional de Cuba. Su propuesta de desacralización pudiera ser controversial. Poner a las féminas a bailar la Columbia, baile reservado desde su génesis solo para los varones es una declaración de principios. Nos habla de una inquietud artística reveladora y una confianza tácita en las posibilidades emancipadoras de la danza.
¿Por qué la inclusión de las mujeres en la columbia?
―Estamos en tiempos en los que se aboga por el empoderamiento de las mujeres y el enfoque de género. Es una campaña mundial por la emancipación de la mujer y el reconocimiento de sus libertades.
Tengo el criterio de que, a través de la danza, a través del baile, que también es un mensaje de reflexión social y un modo de vivir, tenemos la oportunidad de sumarnos y apoyar esta campaña y que, de una vez por todas, en el mundo el derecho de la mujer triunfe siempre ante cualquier obstáculo, como tenemos a suerte de que suceda en Cuba.
¿Qué valoración tiene de este Evento Danzapuentes y lo que representa en el escenario danzario latinoamericano?
―Es un modo de seguir transmitiendo, de continuar fomentando nuestra cultura e intercambiando. En estos tiempos es tan necesario saber quiénes somos, seguir fomentando nuestra identidad, apartar la globalización, seguir siendo defensores de nuestra cultura. Danzapuentes es una oportunidad y un eslabón importante para esa cadena de construir cultura.
¿Considera usted que la danza en Cuba se encuentra en un buen momento?
―Tengo la apreciación de que los jóvenes, que somos el futuro, abogamos y apostamos porque Cuba mantenga sus principios danzarios, sus principios musicales más genuinos. En eso debemos pensar y enfocarnos. Nos toca seguir el trabajo de quienes nos antecedieron.
¿Considera que se puede ser revolucionario en la danza, proponer cambios y a la vez respetar las tradiciones y los orígenes de esta disciplina artística?
―Sí, pienso que todo parte del estudio. Debe hacerse una investigación profunda para en algún momento fusionar o dialogar o comprometer las creaciones con el discurso actual. Todo parte de la investigación y el compromiso que tenga el creador y eso es muy importante para no desvirtuar o deformar nuestra identidad.
Por esos lindes transita el arte. México y Cuba se funden también en una mixtura de tradiciones y folclores, adoptados y propios, para dejar una enseñanza de crecimiento. Se agradece la oportunidad de tener en Artemisa al Conjunto Folclórico Nacional de Cuba, de disfrutar sus interpretaciones y sus clases sobre la Columbia, el yambú y el guaguancó, de emocionarnos con la bailarina Julia Von Oy en su interpretación de Julián, pieza en la que comparte la autoría con el maestro García Valle.
Por el escenario de la cotidianidad pasan los cuadros, los movimientos, las evoluciones. Danzapuentes apuesta por la misma idea del maestro, apuesta por ese arte que refleje la sociedad en la que existe. Una sociedad que también transforma, al tiempo que la embellece.