Los retrasos en el suministro del azúcar contemplado para la canasta básica en Artemisa, conspiraron el fin de año contra el anhelo de las familias de preparar los dulces caseros que acompañan las festividades en tan memorable fecha. Y es que, si bien las cantidades entregadas habitualmente son insuficientes para muchos, siempre guardamos “el poquito para las delicias del 31”.
La falta de dos libras del producto per cápita en la cuota de diciembre, nos puso contra las cuerdas, y no solo en las casas. La zafra no había podido iniciarse aún en la provincia y fue preciso trasladar volúmenes desde otros territorios para saldar la deuda con los consumidores, en enero.
Aún hoy, la inestabilidad de los centrales en Artemisa atenta contra la garantía del azúcar de la canasta básica de sus habitantes. “Estamos a punto de concluir la distribución de la correspondiente al mes de enero, para ello han debido traerse también cantidades de otros sitios. Con la de febrero no hemos podido empezar”, explica Alfredo Ramos Quesada, director provincial de Comercio, Gastronomía y Servicios.
¿Qué pasa con los centrales artemiseños? ¿Lograrán garantizar el producto a los consumidores?
Cumplir pese a todo
Si bien el central 30 de Noviembre debió arrancar la zafra el 15 de diciembre, dificultades principalmente en el área energética, relacionadas con los turbogeneradores y las calderas, retrasaron un mes el inicio.
“Hemos trabajado intensamente en la solución de los problemas. La situación en esa área ha cambiado. Hemos tenido más estabilidad desde el punto de vista energético y a la par, en la producción. Estamos conscientes que es muy necesario el azúcar, y es urgente para nosotros incrementar los regímenes de producción para suplir el déficit en la canasta básica”, declaró José Miranda, su administrador.
En medio de las difíciles condiciones en que se ejecuta la contienda, ese central tiene un compromiso muy serio: producir 18 512 toneladas (ton). Deben revertir el escenario, para liquidar la deuda con el plan que provocó la arrancada tardía. “Habíamos planificado unos 62 días de zafra, ahora nos han extendido el período, siempre con la intención de cumplir la cifra”.
Actualmente, el ingenio funciona con dos de los tres turbogeneradores previstos para la molida. El propósito es solucionar la rotura del tercero y con su puesta en marcha, lograr un necesario balance energético que permita, incluso, entregar energía al Sistema Eléctrico Nacional.
La situación con las calderas tampoco es fácil: “Tenemos cuatro: dos de 60 toneladas y dos de 45, una de las cuales está fuera de servicio; cuando paramos otra por salidero quedan solo dos y moler así es casi imposible. Todo eso influye”, expuso Arlenys Domínguez, joven Ingeniera Industrial, jefa del Grupo técnico del 30.
A ello se suman algunas interrupciones durante la operación diaria, que sin constituir roturas de gran envergadura, sí ralentizan el ciclo productivo.
“Desde que empezamos hemos tenido bastantes dificultades, porque ya estos son hierros viejos. Durante la etapa de preparación hicimos reparaciones con lo que teníamos: recuperamos las masas, las cuchillas; pero las tuberías son las mismas, tenemos codos soldados porque no entraron nuevos, nos faltan rodamientos para la bomba de lubricación, sellos, entre otros”, lamentó Rafael Gil Acosta, mecánico de lubricación en el Área de Molino, donde labora hace 40 años.
Voluntad e ingenio ante la adversidad
En un recorrido por la instalación, a simple vista se percibe el mal estado de las tuberías en las diferentes áreas. En el momento de nuestra visita, solucionaban una avería en el conductor de jugo mezclado y otra en el de bagazo, que habían parado el ingenio. Varios soldadores aprovechaban la interrupción para quitar salideros en otros sitios.
El moledor René Esquijarrosa aseguraba que en el 30 no pasa nada alarmante. “Son cosas que ocurren en un ingenio, pero aquí estamos, haciendo el poquito de azúcar. Los trabajadores estamos dando el máximo y guapeando”.
A la par, sus compañeros sacaban chispan entre la mole de hierro, allá en lo alto, en el manto de molinado. Mientras, Gumersindo Piñera, el jefe del Área de Molino, relataba las inventivas para echar andar el central.
“Somos los más interesados en producir, de eso depende el dinero que va a nuestro bolsillo, y porque también consumimos el azúcar de la canasta”, sentenció la ingeniera.
Sin renunciar a un solo grano
La industria sancristobalense debe producir azúcar con la calidad requerida para satisfacer las necesidades de la canasta familiar de Artemisa y Pinar del Río. Lamentablemente, los primeros volúmenes fabricados no han podido comercializarse pues se detectó alto contenido de partículas ferromagnéticas.
“Eso ocurre generalmente al inicio de la zafra. Son 93 ton ensacadas y unas 400 a granel. Pretendemos recuperarla toda. Especialistas de ICIDCA evalúan los lugares para la colocación de trampas magnéticas y extraer las partículas durante la circulación del azúcar por los transportadores, para su envase.
“Las producciones comercializadas hasta ahora a través del Mincin sí tienen óptima calidad. Hasta el 14 de febrero, habíamos fabricado 3765.65 ton: de las 2004 ensacadas, se habían vendido 1909.4.
“Considero que debe haber confianza en que vamos a recuperar toda esa azúcar y a mantener la calidad en las producciones”, manifestó Pedro Martín, jefe de Producción.
Harlem también aportará
Aunque inicialmente el central bahiahondense no fue incluido entre los ingenios a moler en la presente contienda, las necesidades actuales determinaron un cambio. “Debemos comenzar a moler el 1 de marzo y fabricar 6 171 ton, de ellas 2 500 con destino a empresas enclavadas en Mariel, 1 500 son de azúcar por acuerdo, y el resto para la canasta básica”, expuso Nelson Barrios, director general de la Empresa Agroindustrial Harlem.
En estos momentos, combinadas, hombres, camiones y otros aseguramientos de esa empresa se destinan al progreso de la zafra en 30 de Noviembre, mientras ultiman cuestiones en la fábrica del municipio norteño para arrancar en la fecha prevista.
Así como la industria tienen sus dificultades, también existen tropiezos en la cosecha y la transportación de la caña, asunto cuyo análisis sobrepasa unas pocas líneas.
Pero ciertamente, si bien no faltan las limitaciones y obstáculos, tampoco los hombres y mujeres dispuestos a enfrentarlos y superarlos con tal de salvar la zafra, de poner el azúcar en la canasta de cada familia artemiseña, y un poco más allá.