Una aspirante a cineasta decidió estudiar documental en Cuba sin saber hablar español. Durante el curso conoce a Ari, una niña de nueve años que le enseña las nuevas palabras. Juntas descubren una conexión más allá del lenguaje.
Se trata del corto Ari y yo, de la realizadora brasileña Adriana Moreira de Farias, producido en 2019. De acuerdo con la sinopsis que le acompañó en una muestra de documentales en Bogotá, capital de Colombia, el relato de la protagonista, lleno de historias tristes y sensibles, se combina con la emoción y la aventura que sólo pueden provenir de la imaginación de un niño.
Ari fue protagonizada por Arislay Hernández González, hoy estudiante de cuarto año de danza en la Escuela Vocacional de Arte Eduardo Abela (Amparucha), ubicada en San Antonio de los Baños.
La joven actriz con grandes dotes para la danza después de varias pruebas, logró entrar a la Abela.
Aunque no oculta su entusiasmo por este arte en particular, aspira a más. “Cuando llegue a la Escuela Nacional de Arte (ENA) quisiera seguir en esta manifestación. Pero también me gustan el teatro y la televisión. En la escena me siento libre, feliz”.
“Una vez, una muchacha (Adriana) llegó al pueblo en busca de algunas niñas para hacer un corto. A mis amiguitas les daba pena. Entonces yo quise hacerlo”, cuenta.
Lo que nunca imaginó la joven bautense fue que esta experiencia sería recompensada con el premio a la Mejor Actuación en un festival en la región amazónica de Brasil, donde reside Adriana. Emocionada, retada. Así reaccionó a la noticia.
En una carta enviada a Ari, Adriana refiere que su esplendor invadió el corazón de muchas personas que la consideran una verdadera estrella. Por ello le deseó que siga brillando como artista o en lo que elija en la vida.
Gracias a lo que hicieron, añade, logró viajar y conocer a personas que se encantaron con la Ari, y nunca olvidará las aventuras en el Pueblo Textil (en Bauta), como cuando la llevó a una cueva y estuvo muerta de miedo.
Además de su protagónico en Ari y yo, la adolescente atesora actuaciones en cortos producidos por la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, y en el video clip de la canción La Tempestad, de Silvio Rodríguez y el grupo Buena Fe.
Arislay no vaciló en reconocer lo mucho que aprecia el corto realizado con Adriana. Pero hay otro que le apasiona, y cuenta la pérdida de una abuela y su eterna presencia mientras pasa el tiempo.
En cuanto a sus roles, hizo de niña aventurera que descubre cosas de su pueblo. Ella quería ser investigadora, y después presentadora de diseños. En otro, algo más triste, vive sola con su hermana, porque sus padres son alcohólicos. Ella la atiende, la baña y juegan juntas.
La escuela y el cine, cómplices de una aventura, puentes que unen sueños. Bailar y actuar. Así es y será la vida de Arislay, la joven de Bauta que enamoró a una cineasta de Brasil.