Por GABRIELA VELÁZQUEZ SÁNCHEZ, estudiante de Periodismo
Durante casi un mes el tren interprovincial de Artemisa hacia La Habana se mantuvo inactivo; la causa, una avería, de esas que ocurren con regularidad. La otra opción de transporte es la terminal, pero los ómnibus estatales hacia la capital no tienen horario y solo quedan las temidas camionetas y máquinas.
Justificada o no, la continua fluctuación en los precios de los vehículos privados con vía a La Habana, resulta un obstáculo diario. Hecho, ahora más rutinario que insólito, cuando llegar a la capital se torna imprescindible para quienes trabajan, estudian o requieren de atención médica allí.
El bolsillo tiembla cuando solo queda subir a una camioneta. Al comienzo de 2022 el precio de las camionetas rondaba los 100 y 120 pesos; hoy es otra historia. Por la mañana piden 150 y en la tarde, sin razón aparente, el pasaje ya cuesta 200 o más.
Las máquinas son una cuestión aparte. Los boteros no escatiman en límites; si en la mañana pagaste 200 es probable que para el regreso se necesiten, mínimo 300 pesos. A la inevitable pregunta de la volubilidad del precio del transporte, los choferes pregonan una única e infalible excusa: «la cosa está muy difícil».
No se puede negar que el transporte es uno de los sectores de la economía más afectados por el bloqueo de Estados Unidos hacia Cuba. De acuerdo con el informe presentado por el gobierno cubano en cumplimiento de la Resolución 74 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, entre 2019 y 2021, “la Unión Cuba-Petróleo (CUPET) enfrentó serias dificultades y se vio obligada a buscar nuevos proveedores, en mercados más distantes y con tarifas más elevadas, lo que significó una afectación de aproximadamente 20 millones 200 000 dólares”.
Por si fuera poco, 2022 inició con la guerra entre Rusia y Ucrania, conflicto que provocó un ascenso del precio del combustible en el mercado internacional. Principales exportadores de petróleo, como Venezuela y Rusia, tienen sus propios problemas que solucionar.
De igual forma ocurre con las piezas de repuesto. El bloqueo económico sanciona la exportación a Cuba de todos los artículos con al menos un 10 % de producción estadounidense. Similar a otros sectores de la economía, la mayor de las Antillas debe acceder a mercados lejanos, encareciendo así las piezas y su transportación.
Los dueños de camionetas recurren a los negocios privados para la reparación y mantenimiento de los vehículos. Las tiendas estatales comercializadoras de piezas de automóviles venden en MLC, de ahí que sea recurrente acudir a la compra en redes sociales como Facebook, donde se promocionan las piezas que se necesitan, pero a un costo exorbitante que luego crece con los servicios del mecánico.
Sin embargo, la cuestión no radica en la escasez de combustible, ni siquiera en la dificultad para reparar un motor, sino en la insensibilidad. Si bien los precios del pasaje indignan, se torna aún más ofensivo que aumenten dependiendo del horario. Saben que no queda elección, o pagas lo que piden o resta dormir en la terminal habanera a la espera de un alma caritativa que no apriete tanto nuestra billetera.
Ante la difícil situación económica del país, se ha impuesto la ley del más fuerte. Todos aspiran a resolver sus problemas ignorando los ajenos. Mientras el servicio ferroviario sea inestable, el bolsillo del estudiante y del trabajador continuarán temblando al acercarse a la terminal de ómnibus.