Un poco alejada del área urbana, y bien cercana a la presa Corojal, las cosechadoras de arroz rompían el silencio habitual al momento de nuestra visita. Viejas y nuevas máquinas devoraban el campo sin perder un minuto, porque allí saben de la importancia de cumplir cada paso en el tiempo establecido para que los rendimientos sean mejores.
Bonifacio Pérez Oceguera, director de la UEB de Servicios Técnicos Corojal, explicó que se trata de la variedad Selección 2, con un rendimiento estimado de 3.5 toneladas por hectárea (ha).
Señaló además la entrega de quienes laboran hasta en horas de la noche y batallan con las máquinas para que no se pare ninguna, pues “son pocas y no dan abasto”. De hecho, de las cuatro presentes en el área, ya una había quedado varada a mitad de camino.
No es entonces casual que se señale a la escasez de maquinarias como uno de los principales obstáculos que frenan la producción arrocera dentro de la Empresa Agroindustrial de Granos José Martí, ubicada en Candelaria y a la cual pertenece esta UEB.
No obstante a las carencias, allí no renuncian a producir el grano y desde sus predios dirigen la producción de arroz en toda la provincia, asegura el ingeniero Ariagny Domínguez Pérez, director de la Empresa.
El plan de siembra de arroz entre las dos campañas abarca unas 1 900 ha, 1 000 en frío y el resto en primavera. Hasta el cierre de noviembre de un plan de siembra de 134.5 ha, ya sobrepasaban las 145 y en diciembre nada parecía frenarles pues, además de lo sembrado, contaban con más de 400 ha en movimiento para dar respuesta a lo previsto, aseguró Esequiel Martínez Medina, director de Técnica y Desarrollo de la Empresa.
También cultivos varios

Más allá del encargo de velar por la producción de arroz en toda la provincia, la EAIG José Martí atiende toda la actividad de cultivos varios del municipio de Candelaria, con un plan de siembra en la campaña de frío de unas 300 ha entre viandas, hortalizas, granos y frutales.
Seis cooperativas de créditos y servicios están vinculadas a la empresa. Aunque solo tres se dedican puramente a la actividad de cultivos varios, las restantes, (una ganadera y arrocera y dos de café), tienen otras producciones que la Empresa acopia y comercializa.
A todas se les brinda servicio de preparación de tierras, de cosecha aun con las limitaciones de maquinarias y asistencia técnica siempre que la soliciten, asegura Esequiel Martínez Medina.
Ciencia para el campo

Producir y obtener los mayores rendimientos posibles depende también de cuánta ciencia se le ponga al campo, máxime para un país bloqueado como el nuestro, situación que limita el acceso a maquinarias y fertilizantes.
En el largo camino de la ansiada soberanía alimentaria les acompaña el Instituto de Investigaciones de Granos, en una alianza recíproca, pues ellos aportan las bases científicas y aquí los campesinos hacen tareas de extensionismo para producir semillas y validar o no en el campo las propuestas de los investigadores.
Fruto de esta hermandad han llegado cursos de capacitación a productores, y se han desarrollado de conjunto tesis de ingenieros y de maestrías, en tanto el Proyecto Cuba Vietnam, también se ha sumado con asesoría técnica por parte de especialistas de ese país y se desarrollan actualmente tres modelos demostrativos como parte de este proyecto.
Martínez Medina dijo que se trata de un modelo para siembra de semilla básica, otro para semilla registrada y un tercero de extensionismo que incluye a usufructuarios vinculados a las formas productivas con las que la empresa tiene contrato.
Asimismo, el proyecto les ha beneficiado con combinadas, equipos de preparación de tierras así como con nuevas tecnologías de siembra por trasplante mecanizado, al tiempo que se estudian en la UEB Corojal tres réplicas de variedades vietnamitas con resultados satisfactorios hasta el momento y se prevén rendimientos de unas 6 toneladas por hectárea, muy superiores a los que exhibe la empresa hoy, de ahí que se vean con mucho optimismo estos estudios.
Cuba importa anualmente las dos terceras partes del arroz que consume la población. Producir aquí las casi 700 000 toneladas que demandamos parece una utopía a la cual no renunciamos, de ahí que el Programa de Desarrollo Integral del Arroz, aprobado en el año 2011 cuenta con un monto de inversión de 889,5 millones de dólares para mejorar la tecnología fundamentalmente.
Desde esta empresa artemiseña es reto entonces sobreponerse a las carencias tecnológicas y trabajar de conjunto con los científicos para crecer en rendimientos y aportar más a la economía del país.