Al decir círculo particular o cuido, quizá no nos llegue la idea de un modelo tradicional de centro educativo para infantes. Sin embargo, en Caimito, el nombrado Los Buhitos, en calle 53, es referente por competencia y creatividad, y entre tantísimo aprendizaje, procuran la diversión en cada ejercicio, porque hacer del saber algo entretenido lo convierte en fácil y provechoso.
Su funcionamiento se rige por una rutina de precisión milimétrica, dispuesta por grupos de edad, con actividades individuales y colectivas para garantizar la armonía entre sus niños. A diario se entregan las educadoras para motivar la protección y el apego, el fomento de habilidades motrices, la agilidad mental, a compartir…
En una jornada habitual, el hielo lo rompe el juego con carros y piezas, que más tarde se guardan. Luego llegan los colores, y el ganador hace de locomotora mientras dirige al resto del grupo hacia el aula. Sí, ¡aula! Estos niños toman clases de manualidades, figuras geométricas, números, letras o improvisan nuevas tareas. Tras la merienda, algo más de juego, lectura de cuentos y canturías.
Aunque la rutina tiene su particularidad cada día… entre cocinitas, carritos, “linda-linda” (maquillaje y peluquería), cuerda de equilibrio, casitas, tienda de campaña… u otra actividad a elección de los pequeños, que los mantiene bastante ocupados.
Montse Corominas, su dueña, es originaria de España pero tan cubana como cualquier otro insular, o como Yilian, Kirenia y Rosa (la mejor cocinera). Este círculo es su sueño realizado. Basta oírle hablar de él o de sus “buhitos”, esos con quienes logra una complicidad que trasciende el término de un curso. Mucho ha leído y estudiado la maestra Montse, sobre el comportamiento, pedagogía y hasta psicología infantil, pero lo que en verdad templa a un educador es su amor por enseñar, su pasión, su vocación, y eso, le sobra.
Los buhitos son enanos sabios, descubren el mundo con catalejos singulares y curiosean sobre todo lo que ven o escuchan. Ellos bailan, pintan, construyen, crean, versan… Y funcionan como una fraternidad de las buenas. Su lema “Somos amigos y no nos peleamos”, fomenta desde esa primera edad, el pilar imprescindible del amor y la no violencia, que marcará, sin duda, un futuro lleno de buenas acciones.