Otros se hubieran regodeado en los obstáculos y la autocompasión tras un nefasto accidente y la pérdida de la pierna derecha. Pero no es el caso del güireño Liuber Piña, quien a los dos meses recibió su prótesis en el Hospital Ortopédico Frank País y ya estaba montando bicicletas.
“He roto las barreras”, asegura con tal convicción que —a través de la llamada virtual— puede sentirse un aluvión de optimismo y empuje para superar cualquier obstáculo, por difícil que se presente.
Antes había practicado fútbol y taekwondo, aunque luego del siniestro con tan solo 17 años no parecía una opción válida. Un día el “profe” Gianni lo abordó en la calle, e indagó por su interés en el ciclismo. Había observado su destreza al volante y el entusiasmo con que jugaba ping pong en el parque.
“Dije que sí, y comencé de a poco a entrenar en la bicicleta de un amigo, hasta que pude comprar la mía con el apoyo de la familia. Prácticamente todo lo que sé lo debo a la preparación de Carlos Díaz.
“Hace unos meses subí al equipo nacional, que radica en la Villa Panamericana, en el velódromo Reinaldo Paseiro, donde he perfeccionado la técnica de la mano de Jorge Luis Báez”.
Un lustro después de su estreno sobre la pista, Liuber ocupó el lugar 15 de la categoría C2 en el Campeonato Mundial de Ciclismo concluido en Francia en octubre último, lo cual marca una promesa en su joven carrera deportiva.
“Sé que puedo llegar más lejos; para eso hay que entrenar muy duro. Siempre pienso que, si pude enfrentar el dolor del accidente, nada me será imposible”.
El actual campeón de Cuba reconoce la complejidad de la lid, en la cual se midió a 22 contrincantes provenientes de Brasil, Estados Unidos, Chile, Portugal, Japón, Bélgica… “También me sorprendió fuera de entrenamiento, pues no había garantía de participar. Ahora me preparo para la clasificación a los Panamericanos en Chile y las Olimpiadas de 2024” en la Ciudad Luz.
Liuber comparte el paraciclismo con la barbería, billar en su tiempo libre y la crianza de un hijo de cinco años. Parece ajeno al miedo y se considera, con razón, muy atrevido. “Para mí la vida es fácil, no me siento limitado en lo absoluto”.
Será por ese valor a toda prueba que aprehende lo mejor de esta oportunidad. “El deporte me ha enseñado a ser disciplinado, educado; antes era muy regado, consumía alcohol y casi siempre andaba en problemas”.
Pero Liuber también comparte su experiencia como miembro de la Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores. “La organización me ayuda a darle fuerzas a personas como yo, y convencerlos de que todo es posible”.